Omar Bravo / La Capital
En el primer piso de la Casa Rosada, a metros del despacho que ocupa Eduardo Duhalde, los hombres del presidente hacen culto del precepto según el cual la fe puede mover montañas. De la mañana a la noche trabajan fondo y superficie. Presente y futuro. Desde sus despachos con ventanales a Plaza Colón y Puerto Madero, monitorean la superficie, como la negociación con el menemismo, vía Eduardo Bauzá. En el fondo, como nunca dejaron de hacerlo, tejen con agujas que no hacen ruido la candidatura presidencial de Carlos Reutemann. ¿Es aún un objetivo político posible? ¿Queda espacio para insistir después de más de cuarenta negativas? ¿Y las expresiones de desinterés, cuando no de fastidio de Reutemann? Ellos responden. "No es Duhalde, ni siquiera el peronismo el que no tiene candidato: la sociedad no tiene candidato". Con la intención de voto de Carlos Menem, Rodríguez Saá y Elisa Carrió a la vista, todos debajo de veinte, comparan desafiantes: "Lole junta 35... diciendo que no quiere". No tienen dudas, la sociedad no tiene candidato. ¿Y cuál es la piedra sobre la que se asienta semejante cuota de fe? No es fácil definirlo, pero es como un sedimento formado desde el día en que Duhalde y los suyos sacaron de las conversaciones con Reutemann el tema de la candidatura para hablar simplemente de la política grande. Mientras empezaban a esfumarse los pronósticos de apocalipsis y Duhalde ya no era el abrazo del oso, se formó el clima en el que el gobernador de Santa Fe ingresó al espacio no menemista y cambió abruptamente el tablero interno del PJ. "Duhalde es un presidente de emergencia. Recibió el país en llamas y tuvo espaldas para aguantar. Lo que viene es la transición verdadera. Para esa etapa sólo Lole genera el consenso necesario para encarar la tarea", explicó a La Capital el primer operador presidencial. El y su equipo creen que la candidatura presidencial de Reutemann es algo que resolverá el propio discurrir de la realidad, tornándola "irreversible". En términos de energía nuclear, las fuentes describen al Duhalde de hoy como quien ha llegado a la fase del dominio del ciclo de combustibles. O sea, en el ejercicio del poder en la crisis, ha reunido un poder de disuasión del que sus adversarios internos debieran tomar nota. Hasta el propio Reutemann lo postuló como candidato presidencial. Pero en la Casa Rosada prefieren esperarlo a él: "Si los tiempos se alargan, más grande será la esperanza". Si Reutemann asumiera como presidente el 25 de mayo, Duhalde jugará todo aquel poder para quitarle la presión del calendario electoral para elegir gobernadores, bancas e intendentes, proceso que entre mayo y diciembre del año próximo -los primeros seis meses de mandato- promete casi una elección por domingo. Incluso, si "la esperanza rubia" lo quisiera, podría contar con la continuidad de los ministros Roberto Lavagna, Ginés González García o Juan José Alvarez, los considerados de mejor gestión, para sobrellevar la transición. Con todo, los operadores presidenciales no desatienden la superficie. De las negociaciones de Bauzá con Eduardo Camaño saldrá una fecha para las internas, seguramente el 2 de marzo. Pero mientras el menemismo despliega su juego clásico de halcones (Juan Carlos Romero) y palomas (Bauzá más Rubén Marín) el duhaldismo trabaja con la tranquilidad de que si no hay acuerdo, impondrá su parecer con otro congreso tipo Obras Sanitarias y hará una sola elección para elegir fórmula presidencial y cargos partidarios, asegurándose la fidelidad y efectividad de los aparatos provinciales. Esto se hará así aunque finalmente Reutemann no sea el candidato. "Especialmente si Lole no acepta", remata la fuente. Para asegurar el paquete, ya está tentando a dirigentes políticos y sindicales que tempranamente tomaron partido por Rodríguez Saá y ahora no quieren perderse el veranito. Y Felipe Solá tal vez deba cambiar de planes y aceptar ser el vice de Reutemann. El gobierno quiere despejar el conflicto interno para votar el presupuesto nacional, esperar el fallo de la Corte Suprema sobre la redolarización y prevenir la jornada del 20 de diciembre cargada de acechanzas. Con la autoestima recompuesta, Duhalde y el gobierno se tienen fe.
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