Año CXXXVI
 Nº 49.686
Rosario,
domingo  08 de
diciembre de 2002
Min 16º
Máx 22º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





cartas
Maldito abstencionismo

Cita nuestro máximo poeta (Borges Jorge L: "Sobre Chesterton", en "Otras inquisiciones", Alianza ed. pág.133, Madrid 1998) dos parábolas que se oponen. La primera de ellas está en el "Pilgrim's Progress", de Bunyan. En el relato la gente mira codiciosa un castillo custodiado por infinitos guerreros; en la puerta hay un guardián con un libro en el cual ha de escribirse el nombre de aquel que sea digno de entrar en la fortaleza. Un hombre intrépido se presenta ante el guardián y le ordena que anote su nombre. Luego empuña su espada y se arroja sobre los guerreros; recibe y devuelve heridas, abriéndose camino. La segunda parábola consta en "El proceso" y en "Un médico rural", ambos de Kafka. Es la historia de un campesino que se apersona ante las puertas de la ley y pide ser admitido. El guardián que custodia la entrada le responde que no puede permitirle el paso y que, aunque lo hiciese, hay tras esa puerta muchas otras, cada una resguardada por un guardián más fuerte que el anterior. El campesino se sienta a esperar. Pasan los días y los años; el hombre jamás se atreve a trasponer siquiera la primera de las puertas, y finalmente muere a los pies del primero y más débil de los guardianes. Desde hace tiempo he reconocido -y admirado- en Luis Zamora el valor del protagonista de la primera de las alegorías. Sea desde una banca del Congreso, sea en medio del plomo en una plaza cualquiera, lo he visto librar innumerables batallas; triunfando en unas, siendo derrotado en otras, pero siempre con la decisión y el valor del héroe de Bunyan. Más, por desgracia, esta vez -precisamente esta, en que las fuerzas del enemigo parecían comenzar a flaquear- Zamora ha optado por soltar la espada, encarnar al campesino de Kafka y sentarse a esperar. Ah, me olvidaba: en las últimas líneas del texto del escritor checo se lee: "En la agonía el campesino pregunta: ¿Será posible que en los años que he esperado nadie haya querido cruzar la puerta sino yo? El guardián le responde: «Nadie ha querido entrar porque sólo a ti estaba destinada esta puerta. Ahora la cierro»".
Marcos Fabricio Bongiovanni


Diario La Capital todos los derechos reservados