Como para alimentar la memoria con un cóctel de emociones, Independiente festejó anoche en el estadio de la Doble Visera de Avellaneda el campeonato doméstico que esperó durante ocho años: el torneo Apertura 2002. La vuelta olímpica que se hizo esperar durante ocho años tuvo por fin su desarrollo limpio y puro a partir de las 21.10, cuando los jugadores campeones del torneo Apertura empezaron a cumplir el recorrido al paso, acompañados por los principales destinatarios de sus esfuerzos, sus hijos. Mientras los futbolistas daban la vuelta de los triunfadores desde las tribunas ocupadas por unos 20 mil aficionados se vibraba al grito de campeones y "el orgullo nacional". Tras el giro inolvidable la fiesta siguió con la entrega de las medallas y el primero en ser convocado al escenario ubicado en el centro de la cancha fue el ídolo y capitán Gabriel Milito. "No se va, Milito no se va...", clamó la parcialidad roja y el marcador central impasable recibió una de las notables ovaciones de la noche. El segundo en ser llamado fue el mediocampista que le dio equilibrio al campeón, el subcapitán Diego Castagno Suárez, y a continuación entraron en escena otros dos valores clave en la campaña, el lateral Juan José Serrizuela y el arquero Leonardo Díaz. Después subió el lateral izquierdo Federico Domínguez, durante el Apertura vital por su proyecciones y por su capacidad para pegarle a la pelota, pero su ingreso fue lento, debido a que lo hizo con muletas porque se repone de una fractura en el cuarto metatarsiano del pie derecho. A las 21.20 el entrenador Américo Gallego recibió su premio, pero una recompensa extra bajó desde las tribunas en forma de ovación y reconocimiento histórico, de máximo aliento. "Toló, Toló", fue el grito popular para expresarle al conductor un agradecimiento infinito. Se recurrió además a fuegos de artificios y los jugadores y el cuerpo técnico aplaudieron a los aficionados desde el escenario. Para el cierre de la celebración quedó el partido de fútbol entre el campeón Independiente y su invitado Olimpo de Bahía Blanca. El desarmado del escenario fue uno de los motivos que demoró considerablemente el principio del cotejo-excusa.
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