Rodolfo Montes / La Capital
El charrúa y el Tricolor cruzaron ayer en Adrogué dos campañas en blanco y negro. Y como resultado se neutralizaron, para terminar ofreciendo un espectáculo gris plomo. Central Córdoba llegó navegando, exultante, el barco del éxito con todo el viento a favor que le otorgaban 5 triunfos al hilo. Por el contrario, el local venía sufriendo ataques de pánico, producto de perder 8 partidos consecutivos, con 16 goles en contra y 4 a favor. Pero el abismo entre ambos, emocional y también futbolístico que suponían tamaños antecedentes, no se expresó en la cancha de Brown de Adrogué. A Córdoba le quedó un modesto consuelo: siempre quiso ganar el partido. Y el cero final lo ubicó sin dudas como el perdedor de la tarde. Brown, por su parte, encontró un punto en medio de su patética sequía, y desde ahí tratará de imaginar un futuro menos impiadoso, que lo saque de la vigesimoprimera posición en el campeonato de Primera B metropolitana. Esta vez el infalible Cristián Calabrese contó con pocas situaciones para definir un partido cerrado, parejo y con poco fútbol. La más clara fue a dos minutos del final, cuando el goleador entró sin marcas, pisó el área en posición de volante por derecha y sacó su derechazo que se fue rozando el travesaño. Antes los charrúas pudieron ganar el partido en algún córner de la decena que tiraron sobre el arco de un inseguro Gómez, el arquero local. Melli y Reboledo, por el visitante, fueron los encargados de darle el último envión fallido a los centros, pero el balón se perdió en la cercanías del arco. Porque imposibilitado de llegar dominando el balón contra el piso, el argumento charrúa para intentar vencer al Tricolor fue la pelota aérea y cruzada. Pocas veces el prolijo orden distributivo de balones que intentó Ferri, desde la posición de volante central, tuvo eco en los volantes ofensivos y puntas del equipo de Tablada. Petrovelli naufragó entre tanta marca local, Cárdenas no encontró la pelota y Pignatta no pudo imponer su elegancia para jugar. A veces con lealtad y otras con violencia, siempre lo sacaron del camino. A Córdoba un punto no le alcanzaba en sus pretensiones, se fue tensando a medida que el partido se consumía y se insinuaba el cero. Pero puso sólo eso, un poco más de bravura hacia el final. Olsina y Marchano saltaron a la cancha con el objetivo de pensar en el arco de enfrente. Pero las jugadas elaboradas nunca llegaron, sólo un poco más de pelotazos. El Tricolor recuperó ayer algo de consistencia como equipo, con orgullo y dientes apretados. Incluso pudo ganarle al charrúa si no fuera por un par de pelotas complicadas que conjuró De Lemos. Además el árbitro le birló al local la sanción de un penal, cuando una pelota con destino de arco interrumpió su recorrido en la mano de Javier López. El ascendente barco charrúa tenía, en teoría, todo a favor para arrollar una pequeña barcaza a la deriva, como era Brown de Adrogué. Pero el juego matador del Central Córdoba de la racha triunfal, no apareció. Y todo fue gris y parejo, se igualaron los extremos.
| Calabrese no tuvo una buena tarde y se lo extrañó. | | Ampliar Foto | | |
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