Orlando Verna / La Capital
**** Conducción: Gustavo Rezzoaglio. Producción periodística: Florencia O’Keeffe. Producción general: LS Producciones y Canal 3. De lunes a viernes, a las 14, por Canal 3. La multiplicidad de voces no es una modalidad común en la televisión argentina. Las mismas caras, los mismos proyectos y las mismas recetas para males tradicionales se multiplican casi eternamente, mientras las cosas funcionan de mal en peor. En contra de esa corriente se instaló el 14 de octubre en la pantalla del Canal 3 "Plan A", un programa que con una tribuna de invitados famosos o no desmenuza los temas de interés de la comunidad. Y quizás el mayor de los logros del programa no sea la lista de temas propuestos a la discusión ni los invitados en sí mismos, sino el formato que permite la diversidad interpretativa. "Plan A" muestra en vivo y en directo la construcción de la tan grandilocuente como denostada opinión pública. Así, pretendió y consiguió ser el fiel reflejo de esa opinión pública, entendida como mosaico de voces, muchas veces contradictorio, y no como la dictadura de la mayoría. Pero como tal, ese atomizado caudal de enunciadores, es también el principal problema del envío. Todos alzan su voz con iguales parámetros de subjetividad obligando al televidente a un supremo esfuerzo de cosechar deducciones. En realidad, falta la presencia de expertos que, en cada caso, que obliguen al telespectador a delinear una o varias conclusiones. Para esa función fue convocado el psicólogo Fernando Tavela, quien, abusando de su saber científico, interpela y hurga más que organiza el debate. Es que el programa lucha contra la tendencia del universo al caos. El trabajo periodístico de contextualización de los temas en su formato de informes de apertura tiene por objeto clasificar y ordenar la información para ofrecer una visión decantada de la realidad. Un batalla desigual contra la fuerza atomizadora de la interpretación y los juicios de valor que invitados y panelistas utilizan a la hora de formar sus opiniones individuales. De esta manera, la unidad simbólica de la temática escogida se astilla en tantas construcciones racionales y pasionales como personas participan del programa. Ahora "Plan A" se transforma en ese caos creativo que representa el nervio motor de la vida misma donde la libertad se ejerce y la igualdad se palpa. Allí donde todos alientan la utopía del entendimiento, del progreso y de la fraternidad de quienes viven juntos con problemas comunes. "Plan A", entonces, propugna la autoridad de la opinión pública como máxima para la construcción del futuro y ejerce el respeto al otro y a las diferencias como parte constituyente de una sociedad multicultural como la argentina. Nada menos.
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