José M. Petunchi / La Capital
Cuando se conocen los objetivos es mucho más fácil encarar cualquier análisis de situación. Y en el caso de Newell's la meta era muy concreta: llegar a los 30 puntos o quedar entre los cinco primeros, según lo planteado por los rojinegros (jugadores, cuerpo técnico y dirigentes). Por eso la primera lectura, inevitablemente, lleva a pensar en un objetivo inconcluso, con un equipo que apenas superó la barrera de la medianía en una campaña que puede ser considerada como aceptable. Es que, en medio del sube y baja que el equipo mostró a lo largo del Apertura, sumó 27 unidades y quedó a 3 de la meta trazada. A esta altura, se impone aclarar que la idea de los rojinegros era sumar esa cantidad de puntos para quedar bien posicionado de cara al próximo Clausura, con la finalidad de repetir una buena campaña y de ese modo poder clasificar a alguna copa internacional, preferentemente la Libertadores, el esquivo objeto del deseo de los leprosos. Superada la etapa de la primera lectura, un análisis un poco más exhaustivo demuestra que pese a no haber alcanzado el ideal propuesto, el desarrollo del torneo se puede catalogar como aceptable para los leprosos a la luz de los demás resultados. A saber: Chacarita, que terminó cuarto, sumó 30 puntos, es decir tres más que los rojinegros. Pero el quinto en cuestión resultó Vélez, con 28 puntos, una más que los dirigidos por Veira (también tienen 28 Racing y Colón y junto a los rojinegros están Arsenal y San Lorenzo). De esto se desprende que pese a ser una campaña en la que apenas superó la medianía, Newell's no quedó tan mal posicionado de cara al futuro inmediato. En otras palabras significa que si en el Clausura que se inicia en febrero los leprosos superan los 30 puntos, aún dependiendo de los demás resultados y equipos, tendrían chances concretas de acceder a la Libertadores. En el medio de estas sensaciones encontradas que produce la campaña, al margen del cambio de técnicos, se puede asegurar que el equipo repitió los procesos ciclotímicos de torneos anteriores. Porque tuvo un arranque prometedor, en el que hilvanó cinco encuentros sin derrotas con dos empates valiosísimos en calidad de visitante ante River e Independiente, nada menos. Todo marchaba bien hasta que apareció el clásico, la bisagra en el proceso de Zamora como DT. El equipo cayó y dejó atrás un invicto de 22 años en el Parque, que le generó a los hinchas un dolor indisimulable y el principio del fin para el debut del Negro como entrenador. Es que salvo el triunfo ante Chicago, no se repuso de ese golpe. Y tuvo una seguidilla de 3 derrotas y 2 empates que fueron lapidarios. La llegada del Bambino cambió el panorama de un equipo que venía muy golpeado. Pese a caer en el debut ante Gimnasia, motivó al grupo y lo puso en carrera. Tras la victoria ante Vélez, en la 17ª, quedó sexto a 3 del cuarto (Chacarita) y a una del quinto (San Lorenzo), pero no pudo despedir el torneo de la mejor manera. Ahora tendrá que barajar, dar de nuevo y aspirar a un futuro mejor, tratando de dejar atrás la medianía que viene acompañándolo en los últimos torneos.
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