Año CXXXVI
 Nº 49.681
Rosario,
martes  03 de
diciembre de 2002
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Balance auriazul
La lucha de Central recién comienza
Los canallas arrancan hoy a practicar para intentar salvarse del descenso

Miguel Pisano / La Capital

Hay una imagen que quedó grabada a fuego: el martes siguiente de haber ganado el clásico, el Flaco Menotti reunió a sus muchachos en una cancha de Palos Verdes y les habló durante 20 minutos para que no se la creyeran. Con todo, a veces las palabras no bastan porque el equipo no sólo dilapidó el envión anímico que significa ganar el clásico, máxime como en este caso que había cortado una racha histórica de 22 años sin victorias como visitante, sino que además sumó una preocupante serie de nueve partidos sin triunfos, que finalmente le costaron la cabeza al propio técnico. Claro que así como Vesco no tuvo autoridad moral ni valentía para echarlo, el Flaco también cayó por el peso de sus propios yerros, algunos muy gruesos como seguir concentrando al equipo en un hotel céntrico en lugar de volver a la ciudad deportiva, el mejor lugar del país según Passarella, donde además hubiera visto todos los partidos y jugadores de las inferiores.
Así jugó Central durante el ciclo de Menotti: ganó 5 de los 6 primeros partidos, incluido el clásico; fue el equipo más goleador con un notable promedio de tres tantos por encuentro y hasta llegó a ser puntero, pero luego también estuvo nueve cotejos sin victorias, con los increíbles empates como local de Huracán y Talleres, que le igualaron con un par de pelotazos. En este sentido, si Central hubiera ganado sólo esos dos partidos ahora estaría a sólo una unidad del Globo y a cinco de los cordobeses.
La vuelta al club de Miguel Angel Russo trajo algunos puntos saludables, como la decisión de concentrar al equipo dos días antes de jugar y de hacerlo en la ciudad deportiva, así como el interés que el técnico muestra por las divisiones inferiores, al punto que convocó a los juveniles Fassi, Ruggiero y Herrera. En el haber hay que contabilizar que el equipo cosechó la totalidad de los puntos que jugó como local, en los que venció a Nueva Chicago y Banfield, dos rivales directos en la lucha contra el descenso. Y en el debe queda la caída con Unión, con el indefendible arbitraje de Daniel Giménez, y la preocupante actuación contra Boca, más allá de la diferencia de plantel, de presupuesto y hasta de objetivos.
El nuevo técnico armó un equipo más duro, trabaja más en las pelotas detenidas y ha logrado un mayor aprovechamiento de ellas, aunque todavía le falta el indispensable tiempo de trabajo como para alcanzar los mejores resultados posibles. Otro dato alentador consiste en la plausible idea de aprovechar esta semana para anticipar la pretemporada.
Mantener el equipo parece una necesidad impostergable, aunque en caso de que el club deba desprenderse de algún jugador será más importante acertar en la elección de los refuerzos, dado que Central no está en condiciones de cometer yerros.
Y en la máxima responsabilidad los dirigentes deberían entender antes de que sea demasiado tarde que el equipo se jugará el descenso en 19 finales y que será inprescindible que dispute todos los partidos de local con el Gigante lleno, aunque recaude exactamente lo mismo.
En síntesis, Central cosechó 25 de los 30 puntos necesarios para salvarse del descenso, más allá de que cualquier número siempre es relativo con respecto a las campañas de sus competidores. Y ahora parece fundamental hacer una sincera autocrítica de los yerros cometidos, acertar en la formación del nuevo equipo y, sobre todo, trabajar mucho y jugar mejor para ganar la mayor cantidad de puntos posibles. La pelea por salvarse del descenso comienza hoy.



La fiesta canalla fue en el Coloso, tras 22 años.
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