Fernando Toloza / La Capital
Eber Ludueña es uno de esos personajes que rompen los moldes. Fue creado en el 2000 por el actor rosarino Luis Rubio y se hizo famoso en "Mar de fondo", un programa de televisión por cable dedicado al deporte. Si bien es cierto que se trata de TyC, "el" canal de deportes de la Argentina, el mismo Rubio se sorprende de la popularidad del personaje. "Me llegan mails de Colombia, Uruguay y otros países, y cuando voy a algún lado los jugadores quieren sacarse fotos con Eber", contó Rubio, quien estuvo en Rosario para promocionar una casa de deportes. Las apariciones de Eber en la televisión fueron de menor a mayor. Empezó con un micro y luego pasó a tener mayor espacio, con una audiencia que lo esperaba ansiosa para escuchar sus anécdotas y ver sus "habilidades". "No sé cuál es el futuro del personaje de Eber", dijo Rubio, y adelantó que se tomará el verano para pensarlo, aunque deslizó que el próximo pasó podría ser llegar a un canal de aire (ver aparte), casi como una respuesta a la hinchada que lo reclama. Aunque las fuentes de las que nace una creación actoral son muchas, Eber tiene un parecido con Diego Díaz, el jugador de Platense al que Marcelo Tinelli convirtió en una pequeña celebridad vernácula al cargarlo porque nunca le daban la oportunidad de jugar y se la pasaba haciendo banco durante los campeonatos. Rubio contó que se dio cuenta del parecido cuando una tarde se cruzó con Díaz en los estudios de Telefé, adonde él había llegado para que Eber grabe en el programa de Guillermo Francella. Pero Eber tiene un mundo propio de un riqueza inagotable, cercana al disparate y lindante también con un revival de los años 70 y 80, en los cuales el jugador ficticio paseó su figura por las canchas, aunque haya conocido más el banco y los vestuarios que el césped. A pesar de que el mayor logro de su carrera deportiva fue darle nombre a una jugada desastrosa, conocida como "la pavota", el personaje de Eber "no se siente un fracasado", aclaró Rubio y añadió: "Para él esa ha sido su vida y ahora le llega un momento de reconocimiento al participar en un programa de televisión". Eber jugaba de marcador lateral, con el número 4. Debutó en 1973 con la casaca de Ferro, donde jugó seis partidos y cosechó cinco amarillas y tres tarjetas rojas. Es decir, lo echaban partido por medio. Siguió, a préstamo, en Olimpo de Bahía Blanca, donde estuvo dos años de suplente. Después se fue al descenso con Desamparados de San Juan, y tras un receso, llegó a Loma Negra, el club de Amalita Fortabat. Pero la cosa no terminó allí y pasó por Temperley, Douglas Haigh de Pergamino y Chaco For Ever, "en donde quiso jugar por la similitud con su nombre", según dice la página en Internet del personaje. Junto a su pasión por el fútbol, Eber alimentó el amor por los fierros, y no dejó auto argentino sin probar. A medida que pasaba el tiempo él cambiaba de modelo. Así manejó el Torino Comahue, el Dodge Polara, el Valiant 1 y 2, el Fiat Iava 128, aunque su corazón quedó fijado en el Taunus. En el plano del amor, tuvo su momento de gloria cuando, según las revistas de chismes, saltaba de romance en romance con figuras de una suerte de clase B de la pantalla argentina. Entre las damas que habría seducido el rubio jugador se cuentan Costanza Maral, Conni Vera y Elena Sedova. "Eber ha unido a varias generaciones, según me han dicho. Los chicos lo ven para reírse de lo bruto que es. La gente de mi edad por los recuerdos de los 70 y los 80. Engancha a los que les gusta el fútbol porque juega con el código de los futbolistas, y a los que no siguen el fútbol los toma por el lado del mundo disparatado de Eber", resumió Rubio. Esa misma idea de gustar a todos también tuvo algo que ver con el lugar de nacimiento de Eber. El jugador llegó al mundo en Pavón Arriba, cerca de Rosario pero también lo suficientemente lejos para evitar que tenga que definirse por Central o Newell's, aunque Rubio sea un conocido "canalla". "Eber tiene cosas de mí", confesó Rubio, pero aclaró que no es su biografía. "He laburado mucho y puedo decir que mi carrera no es un fracaso", dijo para poner distancia con el personaje, y después explicó cuál es el gusto en el que los dos se unen: "Me encantan las cosas del 70 y de los 80, y hasta colecciono. Eso me une a Eber". Conocido por su trabajo en radio y como guionista (su última labor para cine fue "Samy y yo", de Eduardo Milewicz), Rubio se ríe cuando le preguntan si no teme que la fama de Eber lo devore. "Eber es muy famoso, pero me necesita a mí para que lo piense. Así que si llega un día en que me ponga muy celoso, lo termino ahí no más".
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