Año CXXXVI
 Nº 49.680
Rosario,
lunes  02 de
diciembre de 2002
Min 14º
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Editorial
Sida y toma de conciencia

El propósito fundamental del Día Mundial del Sida conmemorado ayer con actos en todo el orbe (Rosario incluida), proclamado por la Organización Mundial de la Salud y el Programa de Naciones Unidas sobre el Sida, tuvo el firme propósito de incrementar la conciencia internacional sobre esta enfermedad para que de igual modo sea mucho mayor aún la prevención. La preocupación a nivel mundial no es exagerada. Las cifras estadísticas señalan un empeoramiento de la situación, tanto así que se estima que a fines de este año habrá en todo el mundo 42 millones de personas infectadas con el virus de inmunodeficiencia humana. De ellas sólo en el año 2002 se habrán infectado cinco millones, mientras 3 millones cien mil habrá muerto a causa de la infermedad. Más grave aún, en todo el mundo, según la ONU, la mitad de los infectados por el sida son mujeres, lo que significa que los bebés que nazcan de estas mujeres podrían estar infectados a través de sus madres.
Los países ricos en tanto, prosiguen con sus campañas de concientización y mayor tolerancia para los afectados por el virus, que presenta una alarmante capacidad para adaptarse y desarrollar una resistencia hacia las medicinas hasta ahora empleadas a gran escala, situación que no hace más que complicar las investigaciones para crear una vacuna. Hasta ahora, la epidemia parece burlar los esfuerzos que se hacen por controlarla, por eso se subraya la necesidad de que las naciones más desarrolladas transfieran sus tecnologías y descubrimientos a las más pobres.
Desde que fuera detectado por primera vez en la comunidad homosexual estadounidense en 1981, el sida se ha ido expandiendo peligrosamente sus garras, tanto que hay zonas del planeta donde podría transformarse en una epidemia con dimensiones de desastre a nivel global.
La conmemoración del Día Mundial del Sida tuvo, más allá de despertar la conciencia de las personas sobre la fatalidad de la pandemia, elevar su voz crítica frente a la intolerancia y discriminacion que sufren los afectados. Es que en muchos sitios del planeta, los temores y prejuicios acechan a las víctimas de la enfermedad, que frecuentemente se ven reducidos al ostracismo dentro de su comunidad cuando necesitan toda la ayuda posible. De ahí la trascendencia de las campañas permanentes. Sólo la educación guiará a la gente sobre cómo convivir con el sida y cómo se transmite para evitar su expansión.
A todas luces, el mayor desafío de la batalla contra la enfermedad reside en vencer la ignorancia.


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