Ariel Etcheverry / La Capital
Una familia de Hostal del Sol, un barrio ubicado en la zona noroeste rosarina, atravesó un calvario antenoche cuando un grupo de delincuentes irrumpió en la vivienda y la inmovilizó bajo amenazas de muerte durante una hora. La pareja y sus cuatro hijos fueron encerrados en el baño mientras la banda cargaba electrodomésticos, ropa y todos los objetos de valor que había en la casa en la camioneta de los moradores. El improvisado flete apareció horas después abandonado en Empalme Graneros, aparentemente entero, pero sin el estéreo. "Fueron momentos muy duros. No nos pegaron, pero los chicos no paraban de llorar porque amenazaban con llevarse a una criatura si no les entregábamos el dinero", contó Miguel Hemadi, de 36 años, padre de cuatro pibes. La más pequeña es Brisa, de una semana de vida y el mayor es Kevin, de casi diez años. En el medio están Débora y Leonel. Marcela, la mamá, contó que los delincuentes los dejaron casi sin artefactos del hogar y con muy pocas prendas para vestirse. "No se llevaron el lavarropas y la heladera porque eran muy pesados, se ve que estaban apurados y no hicieron tiempo de cargarlo en la camioneta. Del resto nos dejaron poco y nada", manifestó la mujer, molesta, con la beba en brazos. Hemadi trabaja en forma independente vendiendo tierra a particulares y a hornos de ladrillos. Su casa es modesta, pero no faltan comodidades. Se levanta en la esquina de la avenida Jorge Newbery y el pasaje 1412, camino al aeropuerto de Fisherton y unos 300 metros antes del arroyo Ludueña. En la zona predominan los descampados y las calles de tierra. Según contaron sus vecinos la única iluminación artificial importante de noche es la de la avenida. Todo sucedió alrededor de las 21.30, al parecer después de la cena. Marcela lavaba los platos en la cocina con la puerta que comunica con el patio trasero abierta, mientras que los chicos y Miguel estaban en el comedor. "Entraron de golpe por la puerta que estaba abierta. Primero uno y enseguida dos más. Todos tenían revólveres y se tapaban la cabeza con gorras", recordó el jefe de familia. "No me dejaron ver nada porque me pusieron un arma en la cabeza y me hicieron arrodillar", agregó. Marcela y los chicos fueron encerrados en una de las habitaciones, vigilados de cerca por uno de los maleantes, mientras que Miguel quedó en otro lugar de la casa con los otros dos matones que insistían con la entrega del dinero que había en la casa. "Constantemente me reclamaban una plata que no tenía. Se pusieron nerviosos y decían que me iban a matar. Pero lo más feo fue cuando amenazaron con llevarse a uno de los chicos", confesó Hemadi. La tensión hizo que Leonel y Kevin rompieran en llanto, pero al parecer todo quedó en una simple amenaza. "Como yo tenía a la beba en brazos -relató Marcela- les pedí que no me golpearan, que por lo menos tuvieran algo de piedad". El calvario de la familia duró cerca de una hora. Mientras los chicos y la mamá estaban en una de las habitaciones, Miguel quedó con dos de los maleantes que fueron los encargados de poner "patas para arriba" toda la vivienda. Los ladrones le sacaron al dueño de casa 300 pesos y como no quedaron conformes comenzaron a cargar los artículos electrodomésticos. Televisor, hidrolavadora, equipo de audio, una soldadora eléctrica y casi toda la ropa de los placares, entre otros objetos fueron colocados en la caja de la pick up Chevrolet Custom blanca de Miguel. Pero antes de retirarse, el grupo destrozó el teléfono y arrancó el cable, asegurándose de que nadie pudiera llamar a la policía. Después juntaron a la familia dentro del baño. "No se muevan por un buen rato", ordenó uno de los asaltantes, mientras los chicos seguían sollozando. Finalmente la gavilla se retiró con la camioneta de Miguel, la que utilizaron como flete. El rodado apareció ayer a la mañana en Juan B. Justo y Provincias Unidas. Lo único que le habrían robado es el estéreo.
| Miguel Hemadi, con sus dos hijos luego del episodio. (Foto: Angel Amaya) | | Ampliar Foto | | |
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