Año CXXXVI
 Nº 49.673
Rosario,
lunes  25 de
noviembre de 2002
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Torneo Argentino A
Tiro Federal, de cabeza a las semifinales
El equipo de Teglia venció 2 a 1 a Atlético Tucumán y ahora deberá enfrentar a Racing de Córdoba

Mauricio Tallone / Ovación

El semáforo de la clasificación estuvo bien verde para Tiro Federal. Y el equipo de Teglia, respetuoso de las señales, le hizo frente a este Atlético Tucumán como correspondía: cruzó la calle sin detenerse y avanzó a las semifinales del torneo Argentino A. Ahora en la próxima esquina lo espera un viejo conocido de la autopista como Racing de Córdoba, pero eso será materia de análisis para la semana que viene.
Los rosarinos arrancaron la revancha dejando bien en claro que su intención era apartar lo antes posible a los tucumanos del camino. Por eso en la primera maniobra de ataque profunda, Tapita García metió un centro a la cabeza de Marinelli y el batallador volante (fue la figura) despejó el tufillo de nerviosismo que ya empezaba a respirarse en barrio Ludueña.
A pesar de la desventaja, la estrategia del conjunto de Aredes revelaba a un rival cohesionado en la recuperación y bastante avispado para sorprender con alguna réplica vía el movedizo Serrizuela. Precisamente una escapada del delantero cambió el rumbo del partido y como pocas veces le pasó a un equipo habituado a llevar las riendas del trámite, Tiro quedó a remolque del plan visitante. Para entonces, el tejido colectivo que habían construido Tapita García y Walter Paz en el primer segmento del primer tiempo sufría deserciones individuales demasiado notorias.
Para los visitantes la igualdad se había transformado en las cosas del querer. Mientras que los locales sufrían esa dualidad que los transportaba a una ruleta rusa: un lujo cuando atacaba y un cristal muy frágil cuando defendía.
El segundo capítulo ofreció la otra cara de ambos equipos. Hasta la media hora de ese período la pelota fue una mercadería de fácil intercambio, como si tenerla fuera ilegal. Si bien lo de Tiro merecía un reconocimiento por su paciencia, era censurable por el escaso atrevimiento.
Además el partido se había desnaturalizado por la lluvia que caía y por la deficiencia observada. Hasta que Tapita apareció como en el primer tiempo con su zurda, esta vez se la puso a Osella y su cabezazo no se detuvo hasta la clasificación.
El final envasó el rasgo que también supieron ejercer los tirolenses. El repliegue por conveniencia, las manos de Heit cuando eran necesarias y la determinación de encolumnarse detrás del objetivo.



Charles Pérez va en busca de Marinelli.
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