Eugenia Langone / La Capital
"La responsabilidad de la entrada al país de criminales de guerra nazis fue del presidente Juan Domingo Perón". Así, sin titubear, lo afirmó el coordinador académico de la Comisión por el Esclarecimiento de las Actividades Nazis en la Argentina (Ceana), Ignacio Klich, quien dialogó con La Capital sobre las investigaciones y las pruebas que encontraron después de cinco años de trabajo. "Antes lo intuíamos y lo sugeríamos, pero ahora tenemos pruebas de que en 1947 Perón se reunió con un grupo de europeos, que luego formó una sociedad que asesoraba a la Dirección de Migraciones sobre la entrega de permisos de entrada al país y que le otorgó un visado al principal criminal de guerra belga, entre otros. No hay mucho más que decir", afirmó con contundencia el historiador. Klich, que es profesor en la Universidad de Westminster en Londres, estuvo en Rosario el miércoles pasado para dar una conferencia en el Instituto de Historia de la Universidad Católica. La Ceana fue creada en 1997 por el entonces presidente Carlos Menem, de la que también participan investigadores de la talla de Robert Potash y Mario Rapoport. -Se dijo que la comisión surgió para terminar con el estigma de la Argentina nazi, ¿es así? -La comisión deviene de factores locales e internacionales. Desde 1983 hay en el país una creciente voluntad política de hacerse cargo de esa pesada historia, lo que se tradujo en la concesión de extradiciones de hombres como Erich Priebke a Italia y Dinko Sakic a Croacia. En el mundo surgieron muchas comisiones, pero la Ceana es la única en América latina. Nuestro país fue el último país en cortar relaciones diplomáticas con el Eje, y esa es parte de la herencia de la Argentina nazi de la que tenemos que hacernos cargo. -¿Entonces usted cree que se puede hablar de una Argentina nazi? -Ahora que el lenguaje está bastardeado quizá podamos decir que hubo una Argentina nazi. Pero en los hechos, no. Si por nazi hablamos del Partido Nacional Socialista Alemán, no tenemos en el país un gobierno que sea idéntico al de Hitler. Aunque sí hubo admiradores de aquella Alemania y algunos tuvieron influencia en ámbitos de poder. -También se dijo que el ex presidente Carlos Menem intentó así limpiar la imagen del peronismo ... -Tuvo que ver con optimizar la relación con Estados Unidos, porque en ese momento la Argentina alineó su política exterior con los norteamericanos. Y en Estados Unidos hay imágenes imborrables de la Argentina. En un artículo de la revista "The New Yorker" se escribió sobre Buenos Aires como "la Berlín de Sudamérica", cosa que es una exageración. Esto significa que hay un problema en la percepción que tienen en el exterior de la relación de la Argentina con el nazismo. Hay una imagen de una Argentina nazi y antisemita que va de la Semana Trágica, aunque predata al nazismo, hasta los atentados terroristas de la década del 90. Esto los lleva a deducciones desacertadas. -¿Qué fue lo que descubrió la comisión en estos seis años de trabajo? -Abordamos varios ejes, entre ellos el económico. En ese sentido, no se encontró nada que revelara que el gobierno argentino haya recibido oro o bienes expoliados a las víctimas del nazismo. Sucede que bajo el rótulo de oro nazi se esconden muchas cosas, pero esto no ocurrió a nivel de relaciones intergubernamentales. -¿Y por afuera de las relaciones entre el Estado argentino y el alemán? -Durante la investigación que realizó la Revolución Libertadora se llamó a declarar al primer canciller de Perón, Juan Atilio Bramuglia, sobre la existencia de oro alemán en el Banco Central argentino. El no fue, pero envió una carta donde decía recordar que había habido un depósito de oro nazi hecho por los suizos. Sucedió que cuando Argentina cortó relaciones diplomáticas con Alemania, Suiza pasó a representar los intereses diplomáticos del Tercer Reich, y fueron los suizos quienes depositaron en el Banco Central argentino monedas de oro que pertenecían a los fondos de la otrora embajada alemana. Pero además, 200 kilos de oro, que hoy superarían el millón de dólares, fueron ingresados a la Argentina por los ustachas (el régimen pro nazi de Croacia). Como este oro fue sustraído del Banco Central de Croacia suponemos que incluye bienes de las víctimas del régimen ustacha, sean serbios, judíos o gitanos, porque no sólo había monedas y lingotes, sino también joyería, que es lo que indica procedencia. -¿Y en cuanto al rol de las empresas alemanas radicadas en el país? -Estas financiaron actividades del partido nazi en la Argentina. Durante la guerra era difícil hacer transferencias de fondos, así que estas empresas de origen alemán le daban dinero al partido; mientras que sus casas matrices en Europa recibían la compensación de la central del partido nazi. -¿Puede dar algún ejemplo, se puede hablar de Mercedes Benz o Bayer? -No voy a dar ejemplos por temor a equivocarme. Sí puedo decir que hubo empresas que financiaron actividades del partido nazi. Además, hubo compañías creadas por ciudadanos alemanes en el país, entre ellas una constructora que pertenecía a un hombre de confianza de la embajada del Tercer Reich. Esta empresa además invirtió fondos en la campaña electoral de Perón. Es decir, es una firma que tuvo relaciones con el Tercer Reich y con Perón. -¿Cuál fue la actitud de la colectividad alemana en Argentina? -El partido nazi en Argentina no tenía más de 2.500 miembros, pero la colectividad alemana es más grande y no podemos decir que el que no estaba afiliado no era nazi. Es que las instituciones alemanas en el país fueron tomadas por simpatizantes del nazismo, a excepción de un grupo de alemanes disidentes formado por socialdemócratas llamados "La otra Alemania" y los refugiados judíos de Alemania. -¿Hay mitos en cuanto a la entrada de criminales de guerra que entraron al país? -Identificamos a unas 180 personas que entraron al país, pero sabemos que son parte de un universo mucho mayor. Lo que sí hay que decir es que ni Hitler ni su secretario Martin Bormann vinieron a la Argentina, como se dijo y se escribió. Está claro que ninguno sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y no pudieron haber estado en ninguno de los países donde se dice fueron vistos. -¿Y el caso del médico y criminal de guerra Joseph Mengele? -Es diferente, Mengele estuvo en la Argentina, vivió acá antes de irse a Paraguay y después se fue al sur de Brasil. Y además acá funcionó bajo su propio nombre. Pero los criminales más importantes que entraron fueron los ex presidentes de los regímenes pronazi de Croacia, Ante Pavelic, y de Bielorrusia, Radislaw Ostrowski, que son el equivalente de Hitler en sus países. Lo que descubrió la comisión por documentación belga es que a fines de 1947 hubo una reunión entre el presidente Perón y un grupo de europeos, entre los que había un criminal de guerra belga y un checo sobre el que cayó después un pedido de extradición, entre otros. Este grupo constituyó la Sociedad Argentina Recepción de Europeos que tenía personería jurídica y asesoraba a la Dirección de Migraciones de Argentina sobre quiénes debían obtener el permiso de ingreso. Y sabemos que el principal criminal de guerra belga tuvo un permiso para venir a la Argentina gracias a esta sociedad, aunque nunca lo usó. Así que sabemos que si criminales de guerra ingresaron por las actividades de esta sociedad, la responsabilidad es de Perón. Antes lo intuimos y lo sugeríamos, pero ahora lo sabemos. -¿Por qué se instalaron muchos de los criminales de guerra en la provincia de Córdoba? -Lo de Córdoba es consecuente con que la Fábrica Militar de Aviones estaba en esa provincia, y el grupo que desarrolló allí el avión Pulqui II venía de Alemania. El equipo del ingeniero alemán Kurt Tank vivía en Córdoba, llegaron al país con pasaportes argentinos y con nombres ficticios. Luego de la amnistía de 1949, muchos volvieron a sus identidades originales. Como el propio Tank, que fue a la policía para tramitar el documento con su nombre real. Y ni siquiera le hicieron nuevos papeles, tacharon el que presentó y aclararon que debería decir Kurt Tank. -¿Y en cuanto a la Patagonia y a la historia de los submarinos? -En el sur no sólo estuvieron algunos alemanes, sino que se relaciona siempre con el tema de los submarinos. La historia de que una infinita cantidad de submarinos nazis llegaron a la Patagonia, y que de ellos bajaron Hitler y Bormann con los bienes que les habían expoliado a las víctimas del nazismo, no es más que un mito. En cambio, está probado que dos submarinos se rindieron en Mar del Plata, pero sus tripulantes fueron interrogados tanto en Argentina como en Estados Unidos y no dieron indicio de que antes hayan parado en otro punto de la costa. Es interesante la investigación que está haciendo un grupo escandinavo que busca con equipos marinos en aguas argentinas un supuesto submarino hundido y habría imágenes que indican que esa nave existe. El mito de los submarinos en la Patagonia surgió cuando en 1944 la guerra estaba agotando a los británicos. Estos comenzaron una campaña de desinformación diciendo que los líderes del régimen nazi se estaban escapando en submarino hacia América del Sur y que se traían los tesoros del Tercer Reich. La campaña existió y parece que se olvidaron de avisarle del hecho a sus aliados norteamericanos, que empezaron a buscar a los nazis por todo el sur de la Argentina.
| Según el experto, Hitler tuvo admiradores en Argentina. (Foto: Sergio Toriggino) | | Ampliar Foto | | |
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