javier Felcaro / La Capital
Votar por primera vez es todo un desafío, más en este tiempo de pocas caras nuevas, anemia de propuestas, cronograma electoral mutante y descrédito de la clase política. Pero la suma de estos factores no altera la voluntad de muchos jóvenes. Al contrario: potencia en los espíritus adolescentes el deseo de aportar para el cambio y echa por tierra el injusto sayo de la apatía que se les suele endilgar. Rosario fue testigo del "Tercer encuentro de formación de jóvenes para el ejercicio del primer sufragio", organizado por el Grupo Participación Joven, que nuclea a estudiantes y graduados de Ciencia Política y Derecho, de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). La experiencia aglutinó a 500 alumnos de los últimos años de las escuelas medias, públicas y privadas, además de integrantes de organizaciones comunitarias, que votarán por primera vez en las próximas elecciones. Los estudiantes, de 17 y 18 años, provenientes de distintas zonas y exponentes de todas las clases sociales, presenciaron una escenificación sobre la evolución del voto a lo largo de la historia argentina y participaron de una charla acerca de los sistemas electorales vigentes (incluida la polémica ley de lemas). El plato fuerte consistió en los talleres para analizar la importancia del voto y la participación en democracia, lo que posibilitó que los chicos saquen sus propias conclusiones y las compartan públicamente. Las consignas apuntaron a reunir todos los argumentos posibles para defender el sufragio y, además, las críticas que desmerecen su validez. Para el Grupo 1, los votos se devalúan "porque se compran, hasta con choripanes; siempre están las mismas caras y no hay proyectos". También pesó "la ignorancia o la falta de interés". La defensa del sufragio se sustentó en la necesidad de generar "cambios y reemplazos" a través de la "participación activa y a conciencia, porque la crisis es sinónimo de amenaza". Los chicos repartieron muchos palos, incluso para la prensa. Según el Grupo 2, "hay que obligar a los medios de comunicación a difundir información sobre los partidos políticos más pequeños". Y asumieron que "lo más importante para salir adelante es educarnos a nosotros mismos, buscando la verdad". "Hay mucha confusión y son poquísimos los candidatos que nos motivan", se quejaron los estudiantes, quienes propusieron "trabajar en la búsqueda de una alternativa política y tener siempre buena memoria para no repetir errores". Esquivando el ir y venir de remeras ricoteras o con la leyenda "Bariloche 2002", los maestros siguieron atentamente las exposiciones de sus pollos y aseguraron que lo más importante es que "asuman que se debe luchar para lograr un cambio". Orgullosos, coincidieron en que "no es cierta la apatía de los chicos, como sostienen algunos". Consultado por La Capital, Germán Martínez, uno de los coordinadores de los encuentros, explicó que "tratamos de evitar que se impongan ideas incuestionables, verticalistas y unidireccionales". Hay dos problemas centrales: el desconocimiento de todo lo inherente al acto comicial y la falta de conciencia sobre su importancia. Y es palpable el déficit de información sobre los mecanismos electorales en la enseñanza media y la gran cantidad de chicos que, distanciados del sistema de educativo, no recibió las bases mínimas de formación ciudadana. Jugando también se aprende. Por eso, los chicos protagonizaron un simulacro de elección presidencial con cinco originales boletas de ficción: los nombres o símbolos partidarios fueron reemplazados por propuestas como "Trabajo y producción", "Transformación total", "Mano dura", "Vivamos con lo nuestro" e "Integrados con el mundo". Cada coordinador guió a su grupo hasta una improvisada mesa de votación sobre la que descansaba una urna de cartón. A escasos metros se encontraba el cuarto oscuro virtual. "¿Puedo ir al baño antes?, preguntó uno de los chicos, mientras una compañera, sufragio en mano, encaraba al también ficticio presidente de mesa: "¿Ahora?". "Trabajo y producción" fue la consigna-anhelo de muchos, y se impuso. Los datos del escrutinio fueron proyectados en una pantalla de video. Entre las explicaciones del caso también se contempló la situación de una eventual segunda vuelta. Pero hubo un bonus: una encuesta que desnudó la escasa sintonía de los chicos con la clase dirigente. Luego de pedirles que identificaran a tres concejales, tres diputados y tres senadores nacionales, sobraron los casilleros vacíos. La confiabilidad fue otro ítem clave. Frente a la pregunta "¿Cuál es la institución que te parece más creíble?", los laureles se los llevaron la escuela pública, los Bomberos Voluntarios y la Iglesia.
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