La segunda película de Harry Potter promete mostrar la materia de la que están hechos los héroes. En el filme el aprendiz de mago tendrá que enfrentarse nuevamente a su gran enemigo pero, en el camino, deberá vérselas con su vocación para ser el representante del bien en el florido mundo de la magia creado por la escritora J.K. Rowling y llevado a la pantalla por el director Christ Columbus, con reiterados éxitos de taquilla.
En "Harry Potter y la cámara secreta", que llega a los cines el jueves próximo, Harry está terminando de pasar las vacaciones con sus tíos no magos, es decir, muggles, según la terminología de la saga. Los días de ocio han transcurrido más o menos tranquilos porque los tíos creen que Harry puede usar la magia fuera de la escuela Hogwarts y piensan que, si se enoja, los convertirá en cerdos o en algo peor.
Sin embargo, Harry se siente solo porque no ha recibido ninguna carta de sus amigos de Hogwarts, Ron y Hermione, con los que compartió las aventuras de "Harry Potter y la piedra filosofal". El chico no comprende por qué sus amigos no cumplieron con la promesa de escribirle y para colmo aparece una criatura que le complica la vida y que tiene una relación con la ausencia de correspondencia. Se trata del elfo doméstico Dobby, un ser que parece un almohadón viejo con un par de huecos para las piernas y brazos, y dos ojos saltones como pelotitas de tenis. Además de Dobby en el filme aparecerán otros personajes nuevos (ver aparte).
Dobby irrumpe en la casa de los tíos de Harry y provoca un escándalo, haciendo, de paso, que se descubra que Potter tiene prohibido hacer magia fuera de Hogwarts, con los lógicos perjuicios que esto le acarrea con sus parientes, quienes apenas se enteran de la novedad encierran a Harry en su cuarto bajo llave.
Más o menos como en la cárcel, Harry recibe su comida fría y a través de una ventanita. Cuando ya desespera y cree que no llegará a tiempo el reinicio de clases, aparece su amigo Ron Weasley en un auto encantado y lo ayuda a escapar, destruyendo la ventana de los tíos de Harry y aterrándolos por enésima vez.
El auto encantado es obra del padre de Ron, quien trabaja en el Ministerio de Magia y vive fascinado con la inteligencia de los muggles para arreglarse sin hechizos. A bordo del coche Harry llega a Hogwarts pero sus problemas, contra lo que él cree, no han hecho sino comenzar.
El elfo Dobby quiere a Potter y anhela prevenirlo contra un peligro en Hogwarts. Es algo relacionado con la cámara secreta, un lugar al parecer mítico donde está recluido un poder maligno.
Ese poder maligno sería algo así como la herencia del fundador de la casa de Slytherin, uno de los cuatro "colleges" en los que se divide Hogwarts. De Slytherin procedía Voldemort, el señor del mal, cuyo sólo nombre aterroriza a los jóvenes aprendices de mago.
Por determinadas situaciones y circunstancias, los chicos de Hogwarts comienzan a creer que Harry es el heredero de Slytherin, y lo peor es el que mismo Harry empieza a preguntarse sobre su ética, recordando que cuando entró a la escuela el sombrero que seleccionaba el destino de los aspirantes estuvo a punto de mandarlo a Slytherin.
El compromiso de Harry
En la primera película de la saga, Harry Potter se mostraba un poco dudoso de su destino y le costaba hacerse cargo de su rol heroico, aunque lo conseguía gracias a sus amigos Ron y Hermione. En el segundo filme, el niño mago enfrenta de lleno sus responsabilidades de héroe y quiere demostrarse que es capaz de aceptar semejante carga.
Según el director Chris Columbus, "Harry era, en la primera película, algo pasivo y no se sentía seguro de sí mismo hasta el tercer acto del filme. En cambio aquí demuestra más confianza en sí mismo desde el principio".
Para el actor Daniel Radcliffe, nuevamente el rostro de Potter, el secreto del cambio de actitud de Harry está en que el muchacho ha descubierto que su único hogar es Hogwarts, y al estar éste amenazado siente que no le queda otra opción que actuar. Por más que los peligros sean inmensos y, en algún caso, sólo él esté al tanto de algún riesgo, como sucede con el lenguaje secreto de las víboras, que será una de las claves de la historia, y que sabiamente había sido plantado por J.K. Rowling en el primer libro, cuando Harry habla con una boa en un serpentario y le da el consejo de que visite Brasil.
En este sentido es también clave la relación de Harry con el elfo doméstico Dobby, una suerte de sirviente de una vieja familia noble y, supuestamente, malvada. Dobby quiere que Harry desista de su carrera de mago porque sabe que al muchacho le espera una prueba mortal. Sin embargo, Harry afronta el peligro y no porque no le crea al elfo, sino justamente porque le cree y decide probarse que es digno de la herencia de sus padres, que no temieron dar la vida para defenderlo del omnipresente Voldemort, el mago malvado que un día también estudió en Hogwarts, como el mismo Harry Potter.