Posadas (enviado especial). - Paraguay produce 70.000 millones de cigarrillos por año y su mercado interno apenas consume 4.500 millones. El excedente ingresa ilegalmente a Brasil y principalmente a la Argentina a través de la selvática geografía misionera, los desolados campos correntinos y también por vía aérea en pequeñas avionetas que pueden volar hasta la lejana Venado Tuerto, en la provincia de Santa Fe.
El año pasado la venta ilegal de cigarrillos facturó en la Argentina unos 700 millones de pesos y provocó así pérdidas fiscales por 450 millones. Hasta las grandes tabacaleras podrían estar implicadas en el tráfico ilegal de cigarrillos para evadir los elevados impuestos que deben pagar en el país.
El tráfico ilegal de cigarrillos desde Paraguay alcanzó el año pasado niveles alarmantes. Según expertos de organismos de seguridad y del Estado, su magnitud fue tan importante que superó al contrabando de muchas otras mercancías.
Según un estudio realizado por la Defensoría del Pueblo de la Nación, en 1991 el 8 por ciento del total de cigarrillos consumidos en la Argentina provenía del contrabando, pero el año pasado la cantidad trepó al 20 por ciento. Es que, según reportan los especialistas, el tráfico ilegal es un negocio con muchas ventajas y pocos riesgos.
Ni siquiera la crisis reduce este tráfico: si bien la devaluación del peso redujo las ganancias de los contrabandistas, el negocio de los cigarrillos que cruzan ilegalmente la frontera sigue siendo rentable porque en la Argentina el 68 por ciento del valor de un atado va al pago de impuestos; el proveniente del contrabando no tributa. En Paraguay la carga tributaria llega sólo al 14 por ciento. Aún cumpliendo con las leyes de ese país, la actividad sigue siendo altamente rentable.
Hace cuatro meses la Gendarmería Nacional realizó un gigantesco operativo. Fueron 24 allanamientos simultáneos en sitios tan distantes como la localidad de El Soberbio, en el límite de la provincia de Misiones con Brasil, y Claypole, en el conurbano bonaerense. Diecisiete personas fueron detenidas. Entre otras cosas, les incautaron sofisticados equipos de navegación satelital (los GPS que utilizan las avionetas para poder aterrizar en pistas clandestinas). También se confiscaron miles de cartones de cigarrillos. Voceros de la fuerza dijeron que el "Operativo Cerveza", como lo bautizaron, fue el más grande de los últimos años.
Pero el daño a las mafias del contrabando fue mínimo si se tiene en cuenta la magnitud de esta verdadera industria ilegal de la fabricación y venta de cigarrillos. Si bien Gendarmería Nacional ya secuestró más de 700.000 cartones en lo que va del año, sus altos mandos admiten que libran una batalla "desigual" contra mafias con ramificaciones en la política y las fuerzas de seguridad de Paraguay. Y también de la Argentina.
Las ventajas del terreno
Para entender las ventajas que ofrece el terreno a este fabuloso negocio hay que conocer la geografía de la zona. El helicóptero sobrevuela la islas que se formaron en el embalse Yaciretá, a unos 10 kilómetros de Posadas y a 70 de la represa, que está en Ituzaingó. La vista enseguida se detiene sobre algo que se mueve en el río, desde la costa paraguaya hacia la correntina. Es una barcaza que, empujada por dos motores fuera de borda, navega a toda velocidad rumbo a las vírgenes márgenes del río en la Argentina.
Pronto las miradas de los ocupantes del helicóptero descubrirán decenas de esas naves diseminadas en un laberinto indescifrable de accidentes geográficos donde las mafias ocultan sus cargamentos clandestinos, de cigarrillos casi siempre, y de marihuana, cd vírgenes y una cantidad impensable de mercadería ilegal y muchas veces trucha.
Las barcazas van y vienen libremente, mientras en las islas y la costa de ambos lados se ven campamentos improvisados donde los contrabandistas trasbordan sus mercancías impunemente.
La mayor parte de los decomisos se producen tierra adentro, en los retenes de Gendarmería Nacional o de las policías provinciales, como el procedimiento que las Tropas de Operaciones Especiales (TOE) de Santa Fe hicieron hace dos semanas en un campo a 70 kilómetros de Tostado, en el norte de la provincia.
Desde el helicóptero también se divisan unos rectángulos verdes que parecen dibujados en la selva paraguaya: son pistas clandestinas desde donde parten los Cessnas y los Pipper. Desde allí vuelan a campos de Corrientes, Chaco, Entre Ríos y Santa Fe. Según la información aportada por algunos GPS incautados por Gendarmería, hay vuelos que llegan hasta Ceres y Venado Tuerto, e incluso más lejos. Los investigadores han detectado aterrizajes hasta en Córdoba y Salta.
"Es la forma más segura de pasar el contrabando y de llegar a destino", explica el comandante del Escuadrón 50ª de Gendarmería con asiento en Posadas, Aníbal Michelod. Por eso, el tráfico ilegal a través de los pasos fronterizos se reduce al contrabando hormiga, que ahora disminuyó drásticamente porque el peso argentino ya no garantiza ganancias jugosas comprando al otro lado de la frontera.
La corrupción en organismos oficiales a ambos lados de la frontera facilita las cosas. Y también la miseria: según los analistas, la desaparición del contrabando provocaría una verdadera crisis social de dimensiones imprevisibles en ambas orillas del río Paraná, el testigo mudo de un negocio millonario que en Posadas y Encarnación se percibe casi como una actividad normal.