El ruido de la camioneta del vecino tensiona las actividades cotidianas de la familia de Sebastián Drincovich desde hace diez días, en la zona rural de Gaiman, en la provincia de Chubut. Dos años atrás, el hombre que ahora maneja ese vehículo apuñaló a Sebastián desde su asiento y en la misma chacra a la que se dirige ahora, frente a la casa donde vivía el técnico agrónomo rosarino de 36 años con su mujer y sus dos niños de 2 y 4. El homicida pasó en prisión dos años, pero al no recibir sentencia de la Justicia de Chubut quedó excarcelado. Estará en libertad hasta que el tribunal defina su situación en un juicio.
El único reclamo que solicitó la familia Drincovich a la Justicia es que le impongan restricciones de circulación a la libertad de Romano Bozzini, el vecino que apuñaló a Sebastián. Aunque sea la única medida que pueden solicitar, ya que el beneficio de la excarcelación le corresponde a cualquier persona que pasó dos años detenida sin sentencia, los familiares de Sebastián sienten que el caso tiene características particulares. "Que salga es indignante porque no se trata de un robo, o una sospecha sobre su actuación. Es un asesino confeso", señaló María Inés, hermana de Sebastián que vive en Rosario.
María Inés también remarcó que la familia no fue notificada de la liberación de Bozzini, a pesar de que es querellante en la causa. La medida, que se concretó el 13 de noviembre, los tomó por sorpresa.
Sin posibilidad de defensa
Drincovich, Bozzini y sus familias fueron amigos de confianza hasta que cuestiones relacionadas al funcionamiento de las chacras los alejaron. Una de esas cuestiones terminó en el homicidio de Sebastián una mañana de agosto que se acercó a su vecino para exigirle que no descargara un camión de abono frente a la entrada de su chacra El dragón rojo, ubicada fuera del pequeño casco urbano de Gaiman, en Chubut.
Los testimonios que forman el expediente aseguran que sin mediar discusión Bozzini le asestó una puñalada letal a su vecino, con un cuchillo que llevaba y sin bajarse de la camioneta. La familia de Sebastián consideró alevoso el crimen, porque la agresión ocurrió contra un hombre desarmado, sin posibilidad de defensa. Como no medió pelea y el atacante utilizó un arma, también plantearon que el crimen fue premeditado.
El ataque fue observado por la esposa de Sebastián desde una ventana de su casa, donde estaba con sus hijos. Pero el testimonio que dejó más comprometido a Bozzini fue el de un productor que vio la agresión desde un cruce del camino entre ambas fincas.
Desde la liberación de Bozzini, la familia de Sebastián revive la mañana del crimen cada vez que ve pasar a su ex vecino frente a la casa. Junto al recuerdo, vuelve el temor de un arrebato irracional. En esos puntos se basan las restricciones que solicitaron a la Justicia. Esas medidas no podrán evitar que los cruces se originen en otros sitios del pueblo. El homicida y la familia de la víctima viven en una ciudad pequeña, donde no hay demasiadas opciones que permitan evitar encuentros entre sus pobladores. Pero las limitaciones al menos intentarán recortar la tranquilidad alrededor de la casa de Sebastián. María Inés cree que el hombre que mató a su hermano "no siente culpa, ni tiene problemas de conciencia", por eso no evita ver a sus sobrinos, ni pasar frente a la casa de su cuñada, o volver al lugar donde apuñaló a Sebastián.
Los familiares de Drincovich estiman que el comienzo del juicio será en los primeros meses del año próximo.