Mariano Bereznicki / La Capital
Otra vez se abrazó con la gloria. Sufrió hasta el final pero terminó revirtiendo el curso del partido. Los pergaminos de uno y otro dejaban abierto el interrogante en cuanto a un posible campeón de antemano. Es que tanto Central Córdoba, que había ganado el torneo Apertura, y San José, dueño del Clausura, estaban otra vez frente a frente para disputar en esta ocasión el título de la temporada. Y los charrúas estuvieron a punto de descorchar y dar la vuelta. Pero apenas dos minutos antes del final, los franceses llegaron al empate y forzaron la definición desde los penales. Y ahí fue San José quien anduvo derecho. Y fue por eso que terminó 5 a 3 arriba y demostró una vez más que por algo es el mejor equipo que tiene la Rosarina por estos días. De nada le sirvió a los charrúas su supremacía a lo largo del partido. Porque San José, errático en casi toda la tarde, aprovechó una de sus últimas jugadas y le salió redondo. Central Córdoba dominó de principio a fin. Copó el mediocampo desde el vamos vía Gerlo y Leonsini, y puso a prueba en reiteradas oportunidades los reflejos de Mauro Valdez, quien junto a Vicentín fueron los artífices de esta nueva epopeya. Es que el uno de San José fue clave en el partido y, sobre todo, cuando llegó la hora desde los doce pasos. Si bien no pudo hacer nada cuando Leandro Chiaralucci inauguró el marcador apenas arrancó el complemento, después se erigió en un muro. Tan es así que junto con Vicentín fueron los únicos que parecían saber de qué se trataba este partido. San José estuvo lejos de ser aquel conjunto que dominaba a su rival en cada presentación del torneo Molinas. Pero en una de las últimas jugadas del partido recuperó la memoria y fue letal cuando Jesús Vicentín alcanzó a conectar un centro desde el borde derecho y clavó el empate. Fue entonces que los de Tablada perdieron el alma. A partir de entonces ya nada sería igual. Porque se vendría la tanda de los penales. Esos mismos que condenaron a los charrúas a dejar el Olaeta con la mirada sobre el césped y con algunas lágrimas surcando sus rostros, más allá de haber sido claro dominador. Pero San José fue efectivo y además contó con la seguridad de Mauro Valdez, quien alcanzó a desviarle el remate a Pereyra, y después ejecutó el disparo que fue el punto de partida para que se iniciaran los festejos y dejar en claro que no por casualidad su equipo ratificó que es el mejor de la Rosarina.
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