Pudo ser una tragedia, pero la fortuna su puso del lado de los pasajeros. Una falla en el tren de aterrizaje de un avión con trece personas a bordo obligó ayer al piloto a sobrevolar el aeropuerto local durante casi una hora y realizar un descenso de emergencia. La aeronave tomó contacto con la pista de Fisherton en medio de un gran operativo de seguridad que desplegaron bomberos, policías, servicios de emergencia y rescatistas. "La verdad es que estuvimos muy cerca", alcanzó a decir uno de los pasajeros antes de fundirse en los brazos de un familiar que lo esperaba angustiado.
Todo transcurría con normalidad en el interior del vuelo 3.706 de la empresa Aerovip que había partido ayer a las 11.40 desde el aeroparque metropolitano. Al mando de la pequeña aeronave de 19 plazas se encontraban el comandante Daniel Ganser y el primer oficial Ariel Arroyo.
Sentado casi al final de la máquina, el ex diputado Luis Sobrino Aranda contaba los minutos para llegar a Rosario. Y unas butacas más adelante, María Grecco se preguntaba si el remisero la estaría esperando en el aeropuerto.
A la altura de San Nicolás, algo empezó a andar mal. Ganser detectó un falla en el sistema de aterrizaje y lanzó el alerta por la radio. Una sirena inundó el aeropuerto y de inmediato se puso en marcha un operativo de emergencia que en pocos minutos congregó a médicos, bomberos, rescatistas, personal de la Fuerza Aérea y policías aeronáuticos.
Ya era mediodía cuando Ganser decidió bajar el tren de aterrizaje en forma manual. Un posible problema hidráulico había originado la falla y las ruedas se resistían a salir al exterior. Después se encargó de comunicarle lo que estaba sucediendo a los pasajeros. "Nadie se puso nervioso", recordaría después en tierra firme.
En el aeropuerto, en tanto, seis ambulancias y dos camiones de bomberos tomaron posición en una de las cabeceras de pista temiendo lo peor. El piloto también lo pensó y comenzó a sobrevolar la aeroestación con un solo objetivo: consumir el combustible. "Se tomó esa decisión para evitar que si había algún inconveniente en el aterrizaje nada se prendiera fuego", se encargó de explicar después de que la emergencia culminó.
El descenso
La pequeña aeronave sobrevoló ante los ojos de los controladores de la torre de vuelo. El tren estaba abajo, sólo restaba aterrizar.
María Grecco comenzó a rezar al tiempo que se guardó sus pertenencias en los bolsillos vaya a saber con qué propósito. Minutos después, cuando bajó del avión, ni siquiera tuvo tiempo de reflexionar sobre esa actitud. Sólo sonrió, tomó sus valijas y partió al encuentro del remisero. "Todo salió bárbaro", le dijo a un médico que se acercó a asistirla.
No habían pasado más de cinco minutos de las 13 cuando el avión Jetstream de Aerovip se posó sobre la pista de la aeroestación de Fisherton. Los minutos parecieron eternos. El tren de aterrizaje tocó el asfalto y la aeronave se deslizó con normalidad.
El ex diputado bajó la escalerilla y bromeó con algunos paramédicos. "Mirá que en mi vida me pasaron cosas, pero como esto, jamás", aseguró.
"Gracias a Dios no tuvimos que lamentar nada", confesó minutos después el jefe del aeropuerto, vicecomodoro Horacio Alassia, al tiempo que destacó que "el sistema de emergencia de la aeroestación funcionó correctamente".
En el hall, en tanto, los pasajeros tomaron sus equipajes y se retiraron sonrientes. "La verdad es que estuvimos muy cerca", alcanzó a decir uno de ellos antes de fundirse en los brazos de un familiar que lo esperaba angustiado.
La Ciudad
