Año CXXXV
 Nº 49.662
Rosario,
jueves  14 de
noviembre de 2002
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La segunda oportunidad

Cuando Jorge Castelli lo hizo debutar nada menos que ante Boca en el Coloso, Sebastián Domínguez creyó tocar el cielo con las manos. Claro que pronto se daría de bruces contra la realidad y cuando perdió constancia en los entrenamientos, Andrés Rebottaro, que sucedía al profesor, lo limpió. En ese momento, después del enojo inicial, el joven jugador rojinegro empezaría a mirar las cosas con otro cristal, el del sacrificio para materializar los anhelos. Y cuando muchos no vuelven a tener segundas oportunidades, más después de su éxodo a Talleres gracias al consejo del empresario Marcelo Simonian, la tuvo y no la desaprovechó.
-¿En qué cambiaste desde aquel chico que debutaba con Castelli ante Boca a los 18 años a este que se asentó en primera después de un gran lapso en que desapareciste de la primera?
-Cuando uno es muy joven se le vuelan los pajaritos muy fácil y pensás que cuando debutás ya estás hecho y a partir de allí todo viene solo. Unos maduran más rápido y otros no, como yo, que aprendí recién después de tres años de no jugar. Recién ahora entiendo que con seriedad, constancia y trabajo te ganás el lugar en primera.
-Rebottaro te lo hizo notar, ¿no? El te borró porque pensaba que se te habían subido los humos a la cabeza.
-Sí, al principio me enojé con él pero con el tiempo lo entendí y coincidí con él en un montón de cosas. No estaba en el camino correcto, lo hablamos en su momento y antes de irme a Talleres ya pude jugar los dos últimos partidos. El me bajó pero cuando me vio que había mejorado me dio otra oportunidad. Por eso lo aprecio mucho y lo escucho cuando me paro a hablar con él, ya que siempre se preocupó por mí y quiso que creciera.
-En tu caso se dio eso de que lo más difícil no es llegar sino mantenerse.
-Sí, fui el primero categoría 80 que llegó a primera, de un equipo que había ganado mucho en inferiores, que pensamos en su momento que íbamos a llegar todos, pero con el tiempo te das cuenta que no es así, que no alcanza con jugar bien abajo sino que hay que remar mucho en primera. Algunos lo entendimos a tiempo y a otros les costó un poco más, por eso el grupo se desmembró. Quedamos solo el Chavo Ruiz y yo, y sólo espero que esos nombres resurjan porque eran grandes jugadores a los que les costó mantenerse como a mí en su momento.


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