El kibbutz Metzer fue fundado en 1953 por inmigrantes que respondían al movimiento de izquierda israelí Hashomer Hatzair, y entre sus iniciadores destacaba el gran número de argentinos. Actualmente cuenta con 220 miembros y el año que viene celebrará sus 50 años. Los inmigrantes argentinos se distinguieron desde el inicio por tener una política de buena vecindad con los palestinos, "imbuidos del espíritu revolucionario de América del Sur", según la semblanza de un sitio de Internet. El lugar se halla muy cerca de la frontera de 1967, conocida como Línea Verde, de ahí la facilidad relativa con que el terrorista palestino pudo llegar en la noche del domingo. Y pese a la histórica buena relación con los pueblos palestinos vecinos, como Meisar, una aldea árabe-israelí, esa cercanía a Cisjordania lo hace un blanco atractivo. Durante 2001 y 2002 ya había sufrido ataques mortales y pocas horas antes de la matanza del domingo dos palestinos estallaron con una carga de 160 kg de explosivos, cuando presumiblemente se dirigían hacia el kibbutz. A pesar de este clima de violencia reciente, los del kibbutz Metzer han honrado su tradición. Cuando en 1953 nació el establecimiento se veía rodeado de pueblos árabes, y muy cercano a la hostil frontera jordana: su situación por lo tanto no era prometedora. La buena relación con los árabes los diferenció de otros establecimientos similares, y sus habitantes son -o eran, hasta el domingo- firmes partidarios de la retirada de Israel de todos los territorios palestinos y del proceso de paz. Lieber, un kibbutzim desde hace 30 años en Metzer, relata que "el grupo que vino de Argentina llegó cinco años después de la fundación del Estado. Su actitud fue diferente de otros kibbutzim. No percibían el concepto de hacer producir la tierra en términos de disputa por la tierra, y el hecho que ellos no tomaran parte en la guerra tuvo efecto en la actitud de los vecinos árabes hacia ellos. No les llevó mucho tiempo a ambas partes darse cuenta que la coexistencia pacífica iba en beneficio de todos". Los del kibbutz Metzer desarrollaron una relación especial con la gente de Meisar. En los primeros años, los campesinos árabes ayudaron a sus nuevos vecinos a aprender algunos secretos para trabajar la tierra. Más tarde, cuando los judíos comenzaron a introducir nuevas tecnologías agrícolas, fueron los árabes a aprender y copiar esos métodos. "Los judíos tienen conocimientos y son educados", dice Majib Abu Rakiya, un empleado que vive en Meisar y cuenta cómo sus vecinos hebreos ayudaron a los jóvenes de la aldea para acceder a estudios universitarios. Muchas de las casas de ambas poblaciones son muy parecidas: esto se debe a que fueron proyectadas por los arquitectos del kibbutz.
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