Año CXXXV
 Nº 49.658
Rosario,
domingo  10 de
noviembre de 2002
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El filósofo y pedagogo reflexiona sobre la sociedad
Jaime Barylko: "El Estado es permisivo con los chicos, y eso se ve en la escuela"
Propone rescatar a la familia como institución y reclama una revolución educativa que privilegie el esfuerzo

Eugenia Langone/ La Capital

Dispara contra un Estado tan "permisivo" como "demagógico". Y, más aún, asegura que es necesaria una revolución educativa que se ponga en marcha con el "esfuerzo" como pilar fundamental. Es que para el pedagogo y escritor Jaime Barylko "la mayor permisividad con los chicos y los adolescentes viene del Estado, y esto se ve en las escuelas, donde los ministerios de Educación bajan una línea de indulgencia y de no exigencia para con los alumnos". Doctorado en filosofía en la Universidad de La Plata y especializado en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Barylko estuvo el jueves pasado en Rosario dando una conferencia en la Fundación Libertad y en diálogo con La Capital habló sobre los conflictos que atraviesan los jóvenes y la familia actuales.
-¿Cómo fue cambiando la relación entre padres e hijos en las últimas décadas?
-Dentro de la familia hay reglas de comportamiento para padres e hijos. Pero ahora lo que se produce es una liberación de esas reglas. El hombre moderno rechaza las normas, y este abandono hace que la familia no funcione y que el hombre actual tenga una confusión muy grande. Y hay que aclarar que un mundo de reglas no tiene que ser autoritario, bien pueden ser normas consensuadas a través del diálogo.
-¿Dónde se manifiesta el abandono de las normas?
-Esto se ve no sólo en la relación entre padres e hijos, sino también en la cantidad de divorcios que se da tanto entre gente joven como entre adultos mayores. Es como que se despiertan y ya no quieren responder a esas reglas que había. Pero no se puede sin ellas. Los hippies fueron revolucionarios, pero tenían reglas de convivencia y de compromiso entre ellos.
-Usted asegura que los chicos nunca se crían solos, pero es cierto que la presencia de los padres en la casa, sobre todo de las mujeres, ya no es la misma que décadas atrás...
-Eso es cierto y es algo negativo. Pero hay chicos que crecen con padres que están todo el día en el trabajo y, sin embargo, cumplen con sus obligaciones y no necesitan al vigilante porque tienen reglas incorporadas. Y hay padres que están todo el día, pero el chico es caótico. Hay que ver cómo se comportan los padres porque los chicos siguen modelos. Se habla del vocabulario de los adolescentes, que no es ni más ni menos que el de la calle y el de sus padres.
-¿Cómo es eso de dar libertad y al mismo tiempo poner límites?
-Es que las obligaciones de los chicos son los límites y después tienen su libertad, que se gana a partir de los límites que se respetan. Los límites favorecen la libertad; si no, hay desborde. Las consecuencias de la libertad sin límites son las drogas y el fracaso escolar, que está montado también sobre la demagogia y la permisividad del Estado.
-¿Cuál es entonces el papel del Estado y de la escuela?
-Es que la ruptura con las reglas tiene que ver con que la mayor permisividad para con los chicos y adolescentes viene del Estado, que es demagógico. Y esto justamente se ve en las escuelas donde los ministerios de Educación bajan líneas de no exigencia y de indulgencia. Es necesaria una revolución educativa que se ponga en marcha con el esfuerzo como pilar fundamental. Porque además en medio de la crisis está el tema de la inseguridad, que es una verdadera limitación de la libertad, y lo dramático es que la sociedad argentina la está aceptando como normal. En las familias esto se manifiesta en los padres, a quienes los mueve el miedo, y los jóvenes plantean sus justos reclamos. El tema es que somos una sociedad que está aprendiendo a vivir con miedo. Algo espantoso.
-Usted habló muchas veces del rescate de la familia, ¿cómo es eso?
-Hablo del rescate de la familia como institución, donde tenemos que ser iguales en derechos y obligaciones. El adolescente no es ni inferior ni infradotado, es un ser pleno que entiende todo. Por eso, las relaciones entre padres e hijos tienen que ser igualitarias, no veo por qué el sometimiento de los padres a los hijos. El tema es que a veces la agresividad de los adolescentes es fomentada por los propios padres, lo que produce una libertad neurótica que se traduce en agresiones que también se ven en la casa y en la escuela. De hecho fuera la casa, en el boliche o entre amigos, respetan las reglas.
-¿Qué papel juegan en todo esto los medios de comunicación y las nuevas tecnologías?
-Los medios, sobre todo la televisión, plantean cuestiones demagógicas a favor de una mentirosa libertad de los chicos. Les dicen que hagan sólo lo que quieren hacer, y no es así. Internet, en cambio, tiene que ver con la necesidad que tienen de estar solos, entonces la web funciona como un refugio. Pero se aturden ante el aparato, se convierten en autómatas, y buscan estas actividades porque en la vida actual no encuentran incentivos. Es que los jóvenes no tienen perspectivas de futuro, y a veces la angustia que esto les causa la canalizan a través de Internet y las drogas. Para muchos de ellos el año que viene no significa nada.


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