"Decime Chueco, ¿cómo hago para volver del no?". El mendocino Juan Carlos Mazzón, veterano de mil operaciones políticas, sonríe, hace un gesto como de calma y parece decirle a Carlos Reutemann: "Vos dejame a mí...". Una escena parecida se repite cada vez que funcionarios de su entorno, cargados de datos, le sugieren al presidente Eduardo Duhalde que estire su estancia en la Casa Rosada hasta diciembre del 2003. ¿Cómo volver de tantos "me voy el 25 de mayo"?
Esos son los interrogantes centrales irresueltos para los creadores del nuevo espacio no menemista surgido tras el congreso nacional del PJ, el pasado martes. Por eso, un pequeño grupo de dirigentes trabaja contrarreloj para resolverlos. La Capital habló con varios de ellos.
El teatro de operaciones se encuentra en el primer piso de la Casa de Gobierno, donde tienen sus oficinas, entre otros, Mazzón -el operador estrella- y el secretario general de la Presidencia, José Pepe Pampuro, a quien se puede seguir por los pasillos por el aroma que va dejando el hornillo de su pipa siempre encendida. También aportan lo suyo el ministro del Interior, Jorge Matzkin, y el ministro de la Producción, Aníbal Fernández.
Duhalde, quien le prometió a Reutemann no pedirle más que sea candidato a presidente (y asegura que está cumpliendo), sólo participa de la primera parte del enigma. ¿Bajo qué nuevas circunstancias y qué nuevos elementos se podría modificar el statu quo de manera tal que Reutemann pudiera decir que sí sin perder la credibilidad que todos le elogian?
Un dilema idéntico corre para el propio Duhalde, ahora alentado por haber superado los pronósticos de apocalipsis de principio de año y por el veranito económico, que se advierte mejor en el interior profundo que en el área metropolitana.
El plan B de todos es que si la misión resultara imposible, Duhalde, Reutemann, más otros dirigentes como Néstor Kirchner, José Manuel de la Sota y los gobernadores afiancen el nuevo escenario peronista, la base política para consolidar la recuperación que ha puesto al país al borde de un acuerdo con el FMI, que significaría volver a poner a la Argentina en el mundo.
Sobre los interrogantes centrales, recientemente inversores españoles comentaron incrédulos: "¿Pero los argentinos se han vuelto locos? ¿El que podría ser presidente fácil, no quiere, y el que ha sacado las castañas del fuego se quiere ir? De no creer, hombre". Los funcionarios de Duhalde escuchaban estremecidos.
Este es el nuevo clima que hace temblar la palabra empeñada. Palabras comprometidas, por otra parte, cuando el país caminaba hacia las llamas y cualquier pronóstico sólo garantizaba catástrofes al estilo de los castigos bíblicos. Dependiendo del contexto, la virtud de mantener la palabra empeñada hoy puede parecer un capricho. Así lo lamentan los operadores al menos.
El momento indicado
"El tiene ganas; ya no da una negativa cerrada", resumió un secretario de estado a La Capital respecto de Reutemann. Ellos estiman que es el momento para intentarlo visto que cualquiera de las otras opciones electorales supondría empezar todo de nuevo, en referencia a Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saá o Elisa Carrió. "No sabemos si Lole sería un estadista. Podría serlo, de todos modos. Pero en lo inmediato, su figura garantiza administración, pacificación y espantar el temor que todos los días nos expresan la Iglesia, las Fuerzas Armadas, los empresarios...", completó.
¿Y Duhalde? "Duhalde aprendió un montón, Chiche también", responden. Se refieren las enseñanzas que suele dejar la política cuando se debe administrar tamaña crisis. Para ellos la clave está en que la provincia de Buenos Aires quede en manos de Duhalde. "Son 16 millones de personas y hay que ordenar la ferocidad de los dirigentes del PJ bonaerense", dijo un funcionario que, obviamente, no es de Buenos Aires.
¿Y Chiche? Para ella se barajan varias opciones, gobernadora, vicegobernadora, vicepresidente, siempre con la misma orientación estratégica: el eje Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, controlado por sus principales líderes como presupuesto básico para consolidar la gobernabilidad del país que viene.
Hasta ahora, Duhalde se va el 25 de mayo. No está convencido de lo contrario por más que todos los días le traigan datos nuevos y alentadores del mundo de la producción, e increíblemente, de las finanzas. Cuando se concrete la firma del acuerdo con el FMI va a ser un hito difícil de ignorar, de todos modos. El presidente, por su parte, no pierde la esperanza de que algunos de esos elementos nuevos o algún otro que todavía no se perfila desmoronen la negativa de Reutemann a ser candidato a presidente.
Si eso ocurriera, él estaría dispuesto a correr con todos los costos políticos que demandara esa movida. "Qué mejor que dejarle el país al Alemán", dijo varias veces en la intimidad, según repiten sus funcionarios. Mientras tanto, no detiene el tejido de un espíritu de cuerpo para su criatura, el congreso del PJ, para que se vayan sellando las grietas y contradicciones que engloba semejante colectivo, y que de ahí salga algo más que una fórmula contenedora.
Desactivar también el potencial conflicto entre De la Sota y Kirchner, empujado por los gustos diferentes de los dirigentes bonaerenses. Ninguno de los dos se bajará sin ruido. Por el momento De la Sota está volviendo a Córdoba, para recuperar algo del apoyo perdido entre sus comprovincianos (las encuestas para presidente lo dan debajo de Menem y hasta de Rodríguez Saá, aunque para la reelección como gobernador está mejor).
A Kirchner ya le dijeron que con su discurso "de barricada" ya reunió lo que podía reunir y que es hora de abrir su discurso a la clase media y a los productores. Pero el santacruceño no es alguien a quien se le pueda marcar el camino.
Los arquitectos del gobierno están convencidos de que el escenario post Obras Sanitarias, con el corrimiento de las elecciones -más los rumores que las tornan cada vez más lejanas- se desplaza hacia climas más distendidos, menos favorables para Menem y Rodríguez Saá, protagonistas de un escenario que se va. Nuevas figuras y circunstancias ocuparán su lugar, presumen. En ese imaginario, tal vez los dos grandes interrogantes puedan ser respondidos.