Año CXXXV
 Nº 49.658
Rosario,
domingo  10 de
noviembre de 2002
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Croacia: Más de mil islas
Con 1.278 kilómetros de costa, el país europeo es un paraíso para los deportes náuticos

La actual República de Croacia, que desde el siglo IX al XII fue principado y reinado independiente, es uno de los países más jóvenes de Europa, cuyos habitantes, tras la caída del régimen comunista, se pronunciaron a favor de la democracia parlamentaria, logrando el reconocimiento internacional y su ingreso a Naciones Unidas en enero de 1992.
Si bien el año pasado el país recibió unos 9 millones de visitantes extranjeros, el turismo no es una actividad novedosa para los croatas. Ya en 1845, hace 157 años, se realizaban excursiones a Porec y Pula, y aparecieron los primeros hoteles: el Gran Hotel de Opatija, en 1890, y el Imperial de Dubrovnik, en 1897. En esos años se publicó en Zagreb, la ciudad capital, la primera guía de turismo.
Y fue este país de costas irregulares, accidentadas, sólo comparables en Europa al contorno caprichoso de Noruega, el sitio que eligió Agatha Christie, escritora de novelas policiales y maestra de intrigas y crímenes, para su segunda luna de miel. Sin embargo fue un episodio que conmocionó al mundo lo que catapultó a Dalmacia a la primera plana de los diarios más importantes, cuando se refugiaron allí el rey británico Eduardo VII y la americana Wallis Simpson, protagonistas de la historia de amor más romántica del siglo XX.

Ciudad monumento
Actualmente la ciudad de Dubrovnik, a orillas del Adriático, es uno de los balnearios más bellos del mundo. De ella, en 1929, Bernard Shaw dijo que quienes estén buscando un paraíso terrenal "deben ir a Dubrovnik".
Una ciudad delimitada por 1.940 metros de largas murallas góticas y renacentistas, considerada una verdadera obra maestra de la arquitectura. Su calle-plaza reúne todo lo que tiene que tener una ciudad monumento, pero también refleja la vida actual.
Dubrovnik, como toda ciudad amurallada, tiene puertas portentosas y una arquitectura de piedra tan antigua como blanca, y el tiempo ha dejado sobre la piedra una fina pátina que en los días de lluvia la refleja suavemente.
La llaman "la perla del Adriático" y está puesta bajo la advocación de San Blas, el protector de la garganta. Junto con Zagreb y Split son las ciudades más importantes de Croacia. En Split, la ciudad puerto, está el fabuloso palacio de Diocleciano, el templo de Júpiter y el romántico campanario de la catedral de San Duje, su santo patrono.
La historia cuenta que los más prestigiosos arquitectos del mundo antiguo buscaban la piedra del islote Vrnik para construir edificios tan importantes como la basílica de Santa Sofía, en Istanbul, el Parlamento de Viena y el Ayuntamiento de Estocolmo.
También la ciudad de Korcula, la más grande de las islas verdes adriáticas, fue construida con esa piedra. Por sus espesos bosques y siendo aún colonia griega, se la conocía como Korcula Negra. La isla, patria del célebre Marco Polo, investigador y viajero del mundo, se fundó en una península para controlar desde sus poderosas murallas el paso de las naves. Las fortificaciones y las callejuelas ejercen hoy sobre el turista moderno el mismo embrujo que atrapó a los escritores medievales.


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