Año CXXXV
 Nº 49.658
Rosario,
domingo  10 de
noviembre de 2002
Min 12º
Máx 20º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





El músico rompió el silencio del universo ricotero y editó su primer disco solista
Skay Beilinson: "En los Redondos se perdió la sorpresa"
El guitarrista aseguró que el mítico grupo platense hace tiempo que está necesitando un cambio

Carolina Taffoni / Escenario

"El mundo se está poniendo raro", canta Skay Beilinson en "Memorias de un perro mutante". Y es cierto. Tan raro se está poniendo el mundo que el guitarrista de los Redonditos de Ricota, la mitad del grupo, se despachó con su primer disco como solista, "A través del Mar de los Sargazos", un álbum en el que parece querer demostrar que "los Redondos soy yo".
Es evidente que el hermético universo de Patricio Rey está exponiendo sus primeras grietas, pero Skay niega todo tipo de conflicto. Después de innumerables llamadas telefónicas, el guitarrista responde muy tranquilo: "Nunca nos hemos planteado una separación, nunca nos pusimos a pelear como salió en las revistas". Sin embargo reconoce que en los Redondos "se perdió la sorpresa" y, por las dudas, habla del grupo liderado por el Indio Solari en tiempo pasado.
Ahora Skay se prepara para debutar en vivo como solista los próximos 15, 16 y 17 en el teatro Roxy de Mar del Plata. El 14 de diciembre llegará a Rosario, para presentarse en el estadio cubierto de Newell's Old Boys. En charla con Escenario, el guitarrista confesó que quiso recuperar "la tracción a sangre" que se perdió en los últimos discos de los Redondos y reconoció que sintió miedo al encarar las letras y el micrófono.
-¿Qué te movilizó para sacar tu primer disco como solista?
-Yo siempre hice música, que es lo que mejor me sale. Lo hice antes de los Redondos y después con el grupo. Cuando decidimos parar tenía un montón de temas que quería sacar, quería darles un poco de forma. No había planeado hacer un disco, pero quise completar esos temas, ponerles letra y cantarlos. Como me gustó lo que iba pasando terminé haciendo un álbum.
-¿Qué diferencia a este álbum de un trabajo de Los Redondos?
-La única diferencia es que no está el Indio (risas). Después lo demás... Hay un pulso que es inevitable, que es mi manera de componer, de sentir la música y de interpretarla. Eso estuvo en los Redondos y está también en mi disco. En los últimos trabajos con el grupo se jugó bastante con la tecnología, y yo estaba extrañando un poco la tracción a sangre. Me quise dar el placer de recuperar ese estilo.
-¿Te resultó difícil escribir las letras?
-Fue más difícil antes de empezar a hacerlas. Una vez que me largué descubrí cuál era el juego, lo que me iba motivando, y se convirtió en algo interesante y atractivo. Era más el miedo que tenía que otra cosa. Poli me ayudó muchísimo, sobre todo porque ella es una gran contadora de historias. A veces yo le mostraba la música y ella me decía qué imágenes le sugería. El título salió de una tormenta de cerebros entre Poli, yo, Rocambole y Claudio Kleiman. Nos dimos cuenta de que en el hilo conductor del disco había mucha agua, mucho mar.
-¿Cómo te sentiste a la hora de cantar?
-Fue el mismo proceso que con las letras. Tenía más miedo a pararme delante del micrófono que cuando directamente me puse a cantar. Además me di cuenta de que no estaba tan mal. Sólo en algunos temas no me gustaba el timbre de voz entonces lo procesé con algunos efectos.
-En los primeros temas tu voz suena parecida a la del Indio...
-No. Una voz está dentro de un contexto musical, y seguro ese contexto te remite al sonido de los Redondos. El Indio tiene otra tonalidad, canta en otros registros. Es familiar, pero diferente.
-¿Por qué decidieron parar los Redondos?
-Hace tiempo que estábamos necesitando un cambio. Coincidió justo la paternidad del Indio, y era como que se había cumplido un capítulo más en la historia de los Redondos. Supongo que para el próximo capítulo nos vamos a reencontrar renovados, con nuevas ideas y nuevas ganas de encarar las cosas de otra manera. No había cansancio, pero nos pesaba esa estructura que nos obligaba a tocar, en el mejor de los casos, una o dos veces por año. Por otro lado, se había perdido la sorpresa, porque estamos hablando de una banda de muchos años. Ahora que encaro la cosa con otros músicos, me doy cuenta de qué forma el entusiasmo vuelve a aflorar.
-¿Te molesta que la salida del disco haya generado tantos rumores de separación del grupo?
-No me sorprende porque ya sé de qué manera juega la prensa, que necesita noticias más espectaculares de las que realmente hay. Nosotros nunca nos hemos planteado una separación, nunca nos pusimos a pelear como salió en las revistas. En realidad uno termina riéndose de todo eso.
-¿Nunca pensaron en separarse?
-Cada vez que íbamos a tocar lo tomábamos como la primera y la última noche. Eso siempre estuvo latente y te ubica en un mundo real, porque nada dura eternamente, al menos de la misma manera.
-¿Te ves seguido con el Indio cuando no están trabajando?
-No. La gente tiene esa fantasía de que estamos todo el tiempo juntos. En realidad nunca fue así. Estamos muy juntos cuando encaramos un proyecto, después cada uno mantiene su propia vida.
-Algunos piensan que a esta altura los Redondos ya son como los Rolling Stones, que se ponen el traje y salen a facturar en cualquier momento, ¿vos lo ves así?
-Somos una banda que ya lleva casi 30 años, en ese sentido podemos ser parecidos. Los Rolling son un gran grupo. Los Redondos también de alguna manera hemos influenciado la cultura de aquí. Ya veremos cómo será el próximo capítulo del grupo, pero seguro que no va a ser para juntar guita.
-En una entrevista dijiste que los Redondos se volvieron una carga, ¿a qué te referías?
-A que cada vez se mueve más cantidad de gente, entonces hay que poner un montón de energía en los operativos de seguridad y toda esa historia, en permisos y cosas muy engorrosas.
-¿En eso no tiene que ver la testaruda actitud independiente del grupo?
-No, al contrario. Eso nos dio la libertad de hacer las cosas cómo, cuándo y dónde queríamos. Nunca nos arrepentimos de esa actitud.
-Algunos grupos son señalados como los sucesores de los Redonditos, ¿creés que alguien ya tomó el legado de la banda?
-Sí, desde el lado de la independencia sí. Eso fue el motor de un montón de grupos. Por ahí hablan de La Renga y Los Piojos, pero musicalmente tienen poco que ver con nosotros. Igual me gustan.
-¿Están arrepentidos de los shows en River?
-No, ¿por qué? Artísticamente fue una experiencia alucinante. Desgraciadamente apareció un demente con un cuchillo, esa fue la parte más nefasta.
-¿Hay alguna forma de parar con la violencia en los recitales?
-Ojalá lo supiéramos. Habría que crear un poco de conciencia, que nos recordemos que somos humanos y no parte de un mecanismo macabro. Siempre que se convoca mucha gente hay inconvenientes. Ha pasado hasta en recitales de Luis Miguel, Xuxa o Serrat. Y ni hablar del fútbol. Ese tipo de cosas no se pueden controlar.
-¿Cómo te afectó la crisis del país?
-A mí en general los tiempos de crisis, en vez de paralizarme, me estimulan. Hasta ahora me ha pasado así. Con los Redondos también arrancamos en una época muy difícil. Ahora, con la banda parada, la única forma que tenía de no paralizarme era sacar este disco.
-Hace 30 años que sos pareja de la Negra Poli, ¿hay algún secreto para estar con alguien durante tanto tiempo?
-Supongo que se trata del respeto y el amor, nada más...y nada menos.



Skay eligió alejarse un poco de la tecnología.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
El peso de la tradición
Diario La Capital todos los derechos reservados