El actor estadounidense Woody Allen se sometió a una sesión de psicoterapia con un destacado psiquiatra ante más de 800 personas, y se defendió de una oleada de opiniones sobre la forma en que el psicoanálisis afectaba su vida y obra. "No hay un significado profundo en ninguna de las secuencias de mis películas", aseguró el célebre cineasta neoyorquino, cuyas películas están cargadas de referencias al psicoanálisis y de cómicas metáforas sexuales. "Tras ocho años con uno de mis analistas, quería levantarme del sofá, tenderle la mano y decir empate", comentó Allen, en un esfuerzo por explicar la forma como, después de someterse a terapia durante años, se desencantó de las teorías freudianas. Puede sonar como una secuencia de una pesadilla en una de las películas más introspectivas de Allen, pero fue parte de un discurso en el que participó el tímido intelectual y cineasta, titulado "Psicoanálisis en las películas de Woody Allen", en el célebre Auditorio Kaufmann de Nueva York. "Mi madre decía que fui un niño dulce durante los primeros cuatro años de mi vida. Luego me amargué", dijo Allen al doctor Gail Saltz, profesor adjunto de Psiquiatría en el Hospital Presbiteriano de Nueva York y habitual colaborador de temas de salud mental en el programa de televisión de la cadena NBC "Today Show". "No hubo un momento traumático. Fue un misterio. Sólo puedo atribuirlo a la conciencia de la mortalidad, al ver que a ti también te afecta, y nunca me recobré de eso", agregó el actor y director de 66 años, sentado a una mesa con Saltz, durante la charla durante la que habló de sus experiencias, sus películas y sus decepciones, pero no le dio mucho crédito al psicoanálisis. "No hubo momentos dramáticos. Tampoco discernimiento o lágrimas", aseguró Allen al sintetizar sus varias décadas de terapia, que comenzaron hace más de 40 años cuando escribía comedia para programas de televisión. Allen, que aparentemente ha dejado de ir al psicólogo, reconoció que los especialistas le ayudaron en momentos difíciles. "Me ayudaron en períodos de mi vida en que era desgraciado e inseguro", confesó el actor, quien escribe los guiones, protagoniza y dirige sus propias películas. "Simplemente el hecho de tener que hablar con alguien -añadió-, alguien que se interesaba por mis problemas de alguna forma me ayudó". Allen comentó que su vida iba fenomenal con su esposa Soon-Yi, quien fue la hija adoptiva de su matrimonio con la actriz Mia Farrow, pero reconoció que aún le acosa el pesimismo. "Soy muy feliz. Me encanta estar casado. Me encanta ser padre", comentó el director de "Dos extraños amantes", y siguió: "Pero soy una persona pesimista. Este es probablemente el mejor momento de mi vida y lo merezco". Allen, quien ha sido candidato en más de una docena de ocasiones a los premios Oscar, ganó tres estatuillas y obtenido un reconocimiento este año a toda su carrera en el Festival de Cine de Cannes. Recientemente obtuvo en la capital asturiana, Oviedo, el premio Príncipe de Asturias de las Artes por su labor como cineasta.
| |