El 4 de mayo de 1954, Ken Earl fue conducido a una cámara del centro de estudios químicos y biológicos en Porton Down, Gran Bretaña, y tomó su lugar en el asiento número cuatro. Earl se puso una mascarilla y se arremangó las mangas de su camisa, mientras un científico echaba 20 gotitas de un líquido incoloro en un parche de fieltro adherido a su antebrazo izquierdo sin saber que se había expuesto a una sustancia que podía ser mortal.
"Yo era tan ingenuo, pensé que me estaban poniendo algún tipo de virus gripal -dijo-. Y uno cree en lo que le dicen sus superiores. Salí sintiéndome caliente y sudado, pero de todas maneras bien".
Dos días después, Ronald Maddison, mecánico de la Real Fuerza Aérea (RAF), de 20 años, entró en la misma cámara con otros cinco hombres y tomó el mismo asiento. Cuarenta y cinco minutos más tarde el joven estaba muerto.
Muerte accidental, fue la conclusión de la investigación sobre Maddison: "Asfixia por un bloqueo de bronquios". Pero casi 50 años después, su muerte es centro de una nueva investigación policial que amenaza seriamente con crear una situación embarazosa para el Ministerio de Defensa.
El líquido en los brazos de Maddison y de Earl fueron 200 miligramos del mortal agente nervioso sarín, dijo Earl. Veinte veces más potente que el cianuro de potasio, el sarín puede obstruir el sistema nervioso humano en cuestión de minutos.
El Ministerio de Defensa reconoce que hasta unos 3 mil hombres y mujeres de su personal fueron sometidos a experimentos con gas nervioso en Porton Down. Pero no confirmó ni negó los argumentos de que muchos llegaron allí engañados, pensando que eran voluntarios que ayudaban a investigar un resfriado común.
"El cargo sería administración de veneno sin consentimiento", dijo el abogado Alan Care, quien está representando a unos 500 veteranos en la investigación de Porton Down.
Alegatos de los 80
El año era 1983. La primera ministra británica Margaret Thatcher había apenas ganado su segunda elección de forma abrumadora y el presidente soviético Leonid Breznev había muerto recientemente.
Ian Foulkes era un típico joven de 19 años sin ningún sentido común y se había integrado como voluntario para Porton Down. "Vino como un vapor -recuerda ahora-. Me dijeron que caminara hacia arriba y abajo dentro de la cámara, durante media hora al sonido de un metrónomo, cambiando de dirección cada cinco minutos".
"Sólo lo hice una vez, créame que, uno no quisiera una segunda. Sentí como si la tráquea se me hubiera cerrado. Sentí el efecto en los ojos, la cabeza, la saliva".
"Me dijeron que era un agente nervioso, pero no que era sarín, uno de los gases más letales que existen", dijo Foulkes, quien agregó que no fue sino hasta 1999 que el Ministerio de Defensa admitió que lo expusieron a respirar sarín.
"Al principio dijeron que me habían dado un pretratamiento, unas 30 tabletas de Bromuro Piridostigmina. Cuando cuestioné eso, reconocieron que realmente no fue así", agregó.
A las negativas del Ministerio de Defensa sobre la prueba con sarín en voluntarios siguió este mes una aceptación. "Sólo dejamos de hacer pruebas con gas nervioso en 1989 y eso incluye sarín", dijo una portavoz.
Una audiencia prevista para el mes próximo en la Corte Suprema de Londres podría conducir a una nueva investigación de la muerte de Maddison, lo que sería un primer paso en busca de respuestas. (Reuters)