La enseñanza de la abstinencia sexual, que en algún momento fue dominada por las comunidades religiosas estrictas, está ganando un espacio en Estados Unidos, en gran medida de la mano del gobierno de George Bush, quien decidió invertir millones de dólares en un programa dirigido a las escuelas. Una materia que se viene difundiendo es "abstinence only" (únicamente abstinencia, hasta el matrimonio).
El crecimiento de organizaciones y personas que se dedican en colegios o centros juveniles a impartir cursos para fomentar la continencia sexual antes del matrimonio está relacionado con el respaldo del presupuesto público. y, por ejemplo, el gobierno federal pone a disposición de los estados 50 millones de dólares anuales los para difundir la abstinencia sexual.
Los estados que aceptan esta ayuda monetaria se comprometen a aportar dinero de sus propias cajas, lo que significa que el presupuesto anual es de 87,5 millones de dólares para dar clases de "abstinencia".
Pero el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, cree que no es suficiente y pretende aumentar los recursos.
Nada de educar
Los programas respaldados con dinero público se someten a unas reglas estrictas. Por ejemplo en ellos se trasmite a los jóvenes "que las actividades sexuales prematrimoniales tienen consecuencias físicas y psíquicas". Además, en los cursos no se pueden presentar los métodos anticonceptivos o los preservativos como posibilidad de reducir los embarazos no deseados o como protección del sida o enfermedades sexuales.
Tan sólo se permite mencionarlos con la advertencia de que estos métodos no son siempre fiables y que por ello tampoco constituyen una alternativa a la completa continencia.
Los críticos de este tipo de programas consideran que es irresponsable e incluso peligroso el hecho de que se siga únicamente esta vía simplista. "Lo de difundir la abstinencia tiene lo suyo", argumenta por ejemplo Belle Sawille, presidenta de la Campaña Nacional para prevenir los embarazos adolescentes. "Es un hecho que hay jóvenes sexualmente activos, independientemente de lo que les digan sus mayores. No tiene sentido alguno que no se les explique cómo pueden protegerse", agrega.
Tamara Kreinin, del Consejo para la Información Sexual, señala: "Nuestros jóvenes necesitan y se merecen información médica precisa, no programas basados en la vergüenza y el temor, que presentan de un modo equivocado la eficacia de anticonceptivos y condones".
No sólo los críticos, sino también expertos independientes de las autoridades sanitarias estadounidenses han apuntado que hasta la fecha no hay datos fundados sobre el éxito de enseñar abstinencia. La leve reducción en los embarazos juveniles podría ser el resultado de mayores cuidados. (DPA)