Año CXXXV
 Nº 49.653
Rosario,
martes  05 de
noviembre de 2002
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El artista cuenta por qué volvió al cine para protagonizar "Un oso rojo"
Chávez: "Me da miedo la idea de querer estar siempre vigente"
El filme se estrena el jueves y el actor es un ex convicto que rehace su vida en medio de la violencia

Fernando Toloza / La Capital

Julio Chávez volvió al cine luego de un par de años para protagonizar "Un oso rojo", de Adrián Caetano, que se estrena pasado mañana en Rosario. Selectivo en sus trabajos, al actor ganó por su rol el premio a mejor actor en el Festival de Biarritz, pero aseguró que siempre se negó a explotar lo que muchos llaman "su" momento. "El deseo de estar vigente es un arma de doble filo que se sostiene por la exigencia de los otros", dijo a La Capital.
En "Un oso rojo" Chávez interpreta a un ex presidiario que trata de rehacer su vida al salir de la cárcel y comprobar, entre otras cosas, que su mujer (Soledad Villamil) se ha ido con otro hombre y su hija casi no lo recuerda.
-¿Qué te decidió a hacer "Un oso rojo" con dirección de Adrián Caetano?
-Lo primero fue el libro, que me gustó mucho. Me llegó por intermedio de Lita Stantic, ya que yo no lo conocía a Adrián (Caetano). Me sorprendió que me llamasen para ese rol porque, en principio, no tenía las características del personaje a mano. Finalmente me pareció bien el riesgo y además vi "Bolivia", la segunda película de Adrián. Eso me decidió.
-Subiste veinte kilos para el personaje del Oso, ¿eso es habitual en la carrera de un actor argentino?
-Desde mi punto de vista presentí que era necesario que el personaje tuviese ese peso, pero el libro no lo pedía. Nunca me había pasado el hecho de subir de peso para un papel, pero eso no me generó ningún tipo de conflicto. Sería raro que un actor advirtiese ciertas necesidades en un rol y no se ocupase de adquirirlas.
-Más allá del libro, ¿cómo y cuándo te das cuenta de que estás haciendo una buena película?
-De ninguna manera alcanza con el libro. Una película, en definitiva, siempre es una cuestión azarosa. Podés trabajar con el mejor director del mundo, el mejor libro del mundo, estar en un momento extraordinario de tu capacidad como actor, y la película puede ser mala. Más allá de todo el conocimiento que una persona pueda tener, hay cuestiones azarosas que uno no puede prever. Cuando estábamos filmando la película en ningún momento sentí que estábamos haciendo una muy buena película. Sentí, eso sí, que se estaba trabajando muy bien.
-¿No tuviste ninguna pista?
-En el transcurso del rodaje uno va presintiendo que algo está funcionando. En el cine hay algo importantísimo que es la edición y eso puede estropear una película o salvarla. Adrián es una persona que compagina muy bien y la edición es una de las cosas que me gustaron cuando vi la película terminada. De todas maneras, uno tiene un cierto presentimiento cuando empieza un rodaje, pero te aseguro que ese presentimiento se puede ir al carajo rápidamente. Por ejemplo, esta película se filmó en diciembre del año pasado y eso se sintió mucho en el interior del barco y parecía que todo se podía ir al diablo, pero Lita Stantic, como capitana de la parte de producción, fue fundamental y sacó las cosas adelante.
-¿Habías trabajado alguna vez en condiciones parecidas a las de diciembre del año pasado?
-Sí, me pasó estrenar películas en circunstancias catastróficas para el país. En 1976 se estrenó mi primera película, "No toquen a la nena", y fue algo tristísimo, porque el 80 por ciento de los actores, como Lautaro Murúa o Norma Aleandro, no estaban ya en el país. En el 82 se estrenó "Señora de nadie", de María Luisa Bemberg, y al día siguiente fue el copamiento de las Malvinas. En el 78, para el estreno de "La parte del león", estábamos en el conflicto del Beagle.
-¿Eso influyó para que no quieras actuar demasiado en cine?
-No, fue por cuestiones circunstanciales, elecciones, manera de entender la profesión, maneras en las que, de acuerdo a lo que uno cree y puede, va armando su camino en esta tarea. Me resultaría muy difícil seguir la corriente que tiene que ver con el "ahora aprovechá". Eso es algo que no me inspira para trabajar. Además tengo una ocupación dentro de este arte que es la de entrenar gente y por eso no pienso que sólo el trabajo de actor me sostiene con mis necesidades humanas. Me da un poco de miedo la idea de querer mantenerte siempre vigente, porque siento que es un arma de doble filo, que a mí no me atrae porque además de actuar y preparar gente, también pinto y escribo. Pero por otro lado, hace casi treinta años que estoy en esta profesión y tengo la impresión de que estoy, persisto, existo con mi trabajo y por eso no tengo la necesidad de estar todo el tiempo en determinado lugar.
-¿Cómo definís, entonces, el lado negativo del querer estar vigente?
-Es algo interior. No hay mañana en la que no me sienta vigente ni día que sienta que estoy, que existo. Lo negativo es la que vigencia está demasiado puesta en la mirada de los otros, de los colegas, de los medios. Yo no creo en eso porque estoy ocupado en el interior de lo que son mis problemas como actor. Para mí estar vigente es estar en el interior de un problema que he elegido, un problema que es el arte. Si eso lo saben tres millones de personas o sólo mis allegados, eso no es un problema.
-¿Qué le pedís a la gente que preparás para la actuación?
-Todo el trabajo lógico que debe hacer un actor y además intento que comprendan lo que es meterse en el interior de un problema, porque pienso que meterse en un papel es entrar en un problema, y no se trata de resolverlo rápidamente con artilugios, recetas o estéticas aprobadas. Esto es difícil en un momento en que la gente quiere todo "ya".
-A Caetano le está yendo muy bien con "Tumberos" en la televisión, ¿no te interesa que te llame?
-Me llamaron, pero tengo dificultades con mi tiempo y era muy exigido. Además pensé que era hacer "la sopa de la sopa", como que la cosa se hubiese empezado a caer de madura. Me pareció suficiente con tener una película en cartel y creí que no era necesario. Me basta con "Un oso rojo" y no seguir con lo lógico, con lo que se espera, por eso en mi próxima película me gustaría ser un profesor de danza clásica (risas).



Julio Chávez ganó como mejor actor en Biarritz.
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