Washington. - Es casi una regla fija: las elecciones para la renovación parcial del Congreso a mitad del período presidencial en EEUU significan una pérdida de terreno para el partido oficialista. Así ha sido en 32 de las 34 últimas elecciones a dos años de las presidenciales. Pero esta vez, es posible que el 5 de noviembre se produzca la gran excepción. Los ataques terroristas del 11 de septiembre del año pasado con las medidas de seguridad que les siguieron, así como la perspectiva de conflicto con Irak dominan la escena política del republicano George W. Bush de tal modo, que se puede considerar la del martes una elección "atípica", tal como la definiera recientemente el Washington Post.
Si los republicanos logran mantener intactas sus fuerzas en el Congreso o incluso ampliarlas, Bush enfrentaría con la tranquilidad del respaldo parlamentario los dos años restantes de su gestión y posiblemente dentro de ellos también una guerra contra Irak. De lograr en cambio los demócratas asegurar su ventaja en el Senado, donde tienen una ajustada mayoría, o revertir la de los 15 votos más que tienen los republicanos en la Cámara de Representantes o baja, el presidente se vería obligado a adoptar una política internacional más diplomática y cautelosa. Esta repercusión del resultado más allá de las fronteras estadounidenses ha incrementado el interés por los comicios en todo el mundo.
Cruciales temas relegados
Pocas veces ha ocurrido antes que los grandes temas de la política nacional, como la situación económica, la asistencia social, el sistema de salud y el de pensiones, así como la educación, fueran relegados en las campañas electorales, mal que les pese a los demócratas.
El debate gira principalmente en torno a la defensa frente al terrorismo internacional y las armas de destrucción masiva de Irak y otros países del denominado "eje del mal". Y allí es donde el electorado tiene mayor confianza en los republicanos. Los intentos de los demócratas en las últimas semanas de desviar la atención antes de las elecciones hacia el estancamiento de la economía han fallado. La preocupación de la población por sus puestos de trabajo y la caída de los valores bursátiles no logró desplazar en ningún momento la que sienten por su seguridad personal.
La solidaridad con las víctimas de los atentados del 11 de septiembre dificultó además a los demócratas la posibilidad de plantear alternativas al discurso patriótico de los republicanos, según coinciden los analistas políticos. De todos modos, nadie se atreve a dar por perdedores seguros a los demócratas.
El martes se renuevan las 435 bancas de la Cámara de Representantes y 34 de las 100 que componen el Senado. En la Cámara de Representantes dominan los republicanos con una mayoría de 223 mandatos, contra 208 de los demócratas, en tanto que un representante es independiente y tres bancas están vacantes. En el Senado, en tanto, tienen los demócratas 50 mandatos y cuentan con el apoyo de un senador independiente, dejando así en minoría a los 49 legisladores republicanos. De los 36 gobernadores que se renuevan a la vez en las elecciones, sobre un total de 50, hay 27 republicanos, 21 demócratas y dos independientes.
La mayor expectativa sobre los resultados está puesta en el Senado, dada la mínima ventaja de que disponen allí los demócratas actualmente. Hay ocho elecciones senatoriales que se consideran de final abierto, en tanto que otras más registran ventajas muy estrechas para alguno de los candidatos en las encuestas previas.
Si los republicanos consiguieran arrebatarles una sola banca senatorial a los demócratas, sin perder ninguna propia, ya habrían revertido la relación de fuerzas en la Cámara alta. En caso de un empate de 50 senadores por bando, es el presidente del Senado el que desempata, y ese cargo está reservado al vicepresidente de EEUU, en este caso, el republicano Richard Cheney.
Los demócratas necesitan en cambio arrebatarles seis mandatos de representantes a sus rivales para alcanzar el control de la Cámara baja. Existen unas 40 jurisdicciones electorales en que el resultado se puede considerar incierto o al menos muy disputado. Los analistas políticos no descartan el triunfo de ninguno de los dos partidos en las elecciones legislativas.
En los comicios por las gobernaciones se considera en tanto probable que ganen posiciones los demócratas, en función de que son más los republicanos que exponen sus cargos y que en esa elección pesan más los temas internos. (DPA)