Thomas Mueller
Washington. - Para los demócratas se trata de venganza, para el presidente estadounidense, George W. Bush, del honor familiar y para su hermano Jeb Bush de la supervivencia política. La atención de la contienda electoral se concentra en EEUU sobre todo en los esfuerzos de los demócratas por sacar de su cargo el próximo 5 de noviembre al gobernador de Florida. El hermano del presidente Bush debe lidiar además con el caso de su hija adicta Noelle, que recientemente fue enviada de nuevo a la cárcel. Todavía hace pocas semanas parecía que Jeb Bush, pese a nuevos problemas en las elecciones primarias de los demócratas que hicieron recordar a la debacle de hace dos años, iba a poder defender sin inconvenientes su cargo en los comicios. Pero los demócratas cuentan entretanto como ascendente candidato con el exitoso abogado Bill McBride, y Bush debe preocuparse seriamente por el resultado de las próximas elecciones, tras una sorprendente recuperación en las encuestas de opinión del demócrata de 57 años. Jeb Bush, de 49 años, busca también salir indemne de la tormenta política desatada por el desembarco el martes en aguas de ese Estado de cientos de solicitantes de asilo haitianos. McBride no desaprovechó la ocasión y dijo a su electorado que ésta es una oportunidad para comprobar la discriminación con la que los republicanos tratan a los inmigrantes. Y Jeb Bush se apoya en el 17% de los hispanos, la mayoría de ellos de origen cubano, que viven en este estado de 10 millones de habitantes. El demócrata, que trepa en las encuestas con ataques a Bush antes que con propuestas concretas para enfrentar los problemas de Florida, representa un golpe de suerte para los demócratas. De esta forma esperan poder tomar finalmente venganza por el drama electoral de hace dos años, cuando George W. Bush emergió como ganador con la ayuda de la Corte Suprema. Entretanto, en Washington el nerviosismo se extiende con rapidez, según indican fuentes bien informadas. El presidente hace todo lo que está a su alcance para rescatar a su hermano menor. A fines de la semana pasada, el presidente viajó a Florida para mostrarse en público junto a su hermano y para recaudar dinero para su candidatura. Así, la Casa Blanca frenó las perforaciones de petróleo ante las costas de Florida, aunque las apoya en los demás lugares, y también envió fondos para el mantenimiento de los pantanos del Everglades, con su gigantesca variedad de especies. Pese al masivo apoyo, Jeb Bush debe hacer frente no sólo a problemas políticos, sino también a penosas dificultades familiares. El político conservador debe resignarse a ver a su hija Noelle en vivo por la televisión en audiencias judiciales. Hasta ahora, la joven de 25 años ya fue enviada dos veces a prisión durante varios días por abuso de drogas. De esta manera, la familia Bush deberá temblar al igual que en 1994, cuando los dos hermanos presentaban por primera vez sus candidaturas al cargo de gobernador en Texas y en Florida. Jeb Bush, por entonces considerado por su familia como el próximo candidato a la presidencia, perdió sorpresivamente las elecciones, mientras su hermano George en cambio iniciaba su carrera política. Según indican algunas informaciones de prensa, su madre Barbara habría estado más indignada por la derrota de Jeb que alegre por la victoria de George. (DPA)
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