Pablo F. Mihal / La Capital
Hacía mucho tiempo que Los Pumas no se retiraban de una cancha abucheados como les sucedió ayer. Y si cosecharon esos silbidos fue por la propia impericia y la repetición de errores, sobre todo en la toma de las decisiones, por parte de los conductores del seleccionado argentino que llevaron innecesariamente al equipo a una retirada de caras largas y cabezas gachas. Si el partido de ayer era una prueba de fuego para el conjunto nacional, teniendo en cuenta que los Wallabies van a ser rivales también en el debut del Mundial del año que viene, indudablemente las conclusiones no fueron satisfactorias. Ni siquiera se puede evaluar cabalmente a Los Pumas, ya que ayer sólo mostraron algunas facetas de su juego. Es que tuvieron muy pocas pelotas disponibles y casi siempre se equivocaron a la hora de elegir el camino más factible para lastimar al adversario. Pero en la noche del Monumental de Núñez hubo otras situaciones que no fueron puestas en práctica y que no podrán ser analizadas ni puestas a consideración, en parte por las virtudes de los australianos y además por la enorme cantidad de falencias propias que evidenciaron, sobre todo en los últimos 15 minutos de juego. Los Pumas no se merecían esta salida. Después de cuatro meses de no jugar juntos -algo para tener en cuenta-, estaban haciéndolo dignamente ante el último campeón mundial (otro dato que no es menor) con tan pocas pelotas que no alcanzó ni siquiera para desarrollar su juego. Fueron contadas las ocasiones en las que Los Pumas pudieron hacer algo. Así y todo se las ingeniaron para equilibrar la balanza e inclusive sacarle alguna ventaja que, lamentablemente, no pudo ser llevada al marcador. En el primer tiempo Australia tuvo el dominio territorial, la obtención (a través de un line muy claro) y un buen control de pelota. Aún así y paradójicamente no se sacaron grandes ventajas. Sabido es que la defensa australiana es casi inexpugnable, por lo que cualquier oportunidad siempre es bienvenida. Ayer Los Pumas crearon varias situaciones para doblegar mediante penales a su encumbrado rival, pero no fue la noche de Contepomi y con él se esfumó el sueño de un triunfo. Sólo en el primer tiempo desaprovechó tres oportunidades que le hubieran dado al complemento otra fisonomía. Y por si esto fuera poco, antes de que el neocelandés Deaker diera por finalizado el primer período una grosería de Núñez Piossek terminó en el único try del partido. En el complemento se esperó la reacción argentina, que llegó pero que también fue inconsistente. El apertura de Bristol siguió fallando a los palos, y en cada patada se fue hundiendo más en su propia impotencia, hasta terminar encaprichándose y dilapidando ocasiones aún muy factibles. Y lo que primero comenzó como un murmullo en las tribunas se transformó en una silbatina condenatoria para un equipo que, lejos de sus mejores actuaciones, sufrió amnesia dentro de la cancha y comenzó la carrera hacia el Mundial con pocos puntos claros a su favor. Ayer Los Pumas quedaron en deuda y la gente se los hizo saber.
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