El final del partido en el Olaeta fue caliente. El arquero de Argentino, Cristián Campestrini, se trenzó duro con Barrientos. La discusión fue subiendo de tono hasta que intercambiaron algunos golpes de puño. Frente al cariz que iban tomando los acontecimientos, el director técnico del equipo de Jáuregui, Omar Santorelli, ingresó al terreno de juego para intentar calmar las aguas, pero terminó discutiendo con Evangelista (el jugador salaíto lo insultó) y a los empujones con uno de los ayudantes de campo del entrenador local, Adrián Taffarel. En el medio del tumulto de los jugadores, un simpatizante de Flandria saltó el alambrado para llevarse una bandera de Argentino (que fue recuperada por un efectivo policial) y esto desató la furia de los simpatizantes locales, que intentaron pasar al sector donde se ubicaban los hinchas visitantes, pero la intervención de la policía se los impidió. Mientras desde todos los sectores se pregona ponerle fin a la violencia, los jugadores parece que no entienden el mensaje y terminan siendo los generadores de hechos tan deplorables como el de la tarde de ayer en el Olaeta.
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