Año CXXXV
 Nº 49.647
Rosario,
miércoles  30 de
octubre de 2002
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Opinion
Entre los anuncios y los hechos está la realidad

Marcela Isaías / La Capital

Apenas Daniel Germano asumió como ministro de Educación de la provincia de Santa Fe anunció su idea de abrir los comedores escolares los fines de semana. "Voy a sentarme a analizar la posibilidad de que queden abiertos -por sábados y domingos- porque realmente no es racional que una criatura se quede dos días sin comer", tal como expresó en una entrevista realizada por este medio a dos días de estar en función como titular de la cartera educativa (La Capital 25/10/02). Ese mismo día en un programa de televisión local reiteró esta afirmación y apeló a la "sensibilidad del gobernador (Carlos Reutemann)" por el hambre de los niños, como para que no quedaran dudas de cuál era su preocupación.
Más tarde, la pretensión de abrir los comedores escolares en las escuelas de la provincia los fines de semana se redujo a los sábados y se limitó a las ciudades donde la crisis social, según consideró, golpeaba más fuerte. Esta vez con el agregado y novedad para los docentes que ya no se trataría de una función asistencialista, que hacía suponer estaría a cargo de alguna dependencia estatal afin, ahora también serían "con contenido educativo".
"En principio lo pensamos para los días sábados porque tampoco puede ser que el chico se desconecte de su familia", señaló también a La Capital (16/09/02). En la misma nota había expresado que la propuesta se pondría en marcha este año escolar y que "quizás no se hagan extensivos _los comedores_ a toda la provincia, sino que comiencen en los lugares donde el problema está más focalizado, esto es desde ya Rosario y Santa Fe".
Pasó poco más de un mes de esta declaración para que la idea inicial se convirtiera en "experiencia piloto", y de querer hacerlo en todas las escuelas con comedores de la provincia a sólo 8 establecimientos educativos de Rosario, Pérez y Villa Gobernador Gálvez y 10 en Santa Fe (La Capital 18/10/02 y 25/10/02).
Entre dar de comer 182 mil raciones de comida (es lo que se reparte por día entre las 1.200 escuelas con comedores escolares en la provincia) a 5.600 raciones en 8 escuelas, hay una gran diferencia. Quizás la misma diferencia que existe entre los primeros anuncios y la realidad de conocer cómo funciona una escuela.
Sin embargo, este empeño del ministro Germano por abrir los comedores escolares los días sin clases, obligando expresamente a los directores a sumar más carga laboral en tareas no pedagógicas y a los maestros en forma indirecta a cumplir similares funciones, despierta muchos interrogantes.
El primero es qué se evalúa con esta llamada "experiencia piloto", porque está claro que se trata de eso, no de paliar el hambre de los chicos. El segundo, si la política de hacer trabajar a los "vagos de la educación" pasará por incorporarlos a los comedores escolares o devolverlos a las funciones educativas. Y la tercera, no por eso la menos importante de las preguntas, es intentar conocer si la calidad educativa, que el ministro descubre que es "baja y mala", la elevará con los docentes al frente de los comedores o al frente de las aulas dando clases.


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