Año CXXXV
 Nº 49.647
Rosario,
miércoles  30 de
octubre de 2002
Min 14º
Máx 24º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Opinión
Roca, donde emigrar es cuestión de futuro

Rodolfo Parody / La Capital

Agustín Roca es uno de esos tantos pueblos agropecuarios del cual sus jóvenes prefieren emigrar a las grandes ciudades en busca de un porvenir. Pese a estar próximo a Junín, apenas lo separan 10 kilómetros, el camino que siguen es otro: Buenos Aires, Rosario o La Plata. La mayoría para estudiar en la Universidad. Si bien Aimar Centeno recaló en Renato Cesarini para jugar al fútbol, su historia no difiere de la de aquellos que no encuentran en su tierra posibilidades de progresar. Aunque están también los otros. Los que son capaces de priorizar los afectos y se quedan. En la llamada Capital del Fiambre Casero, que tiene su respectiva fiesta todos los años y por la que ha pasado entre otros Carlos Timoteo Griguol. Y donde dicen los más viejos nació Atahualpa Yupanqui, y señalan convencidos el sitio en el que se suicidó su padre junto a la estación de ferrocarril. En ese lugar creció Centeno. Despuntando el vicio de la redonda en el único club del pueblo. Que lleva el nombre de Origone, en honor a un aviador que se mató en un accidente. Y que con mucho empeño, con la solidaridad y la entereza propias de los pobladores de pago chico, están tratando de sacar adelante luego de estar al borde de la quiebra. Fueron los mismos pobladores, entre los que se encuentra el padre de Centeno que forma parte de la comisión directiva, quienes pusieron el hombro para que no desaparezca. Sobre todo porque pensaron en los más chicos. Y quizás también en esos otros pibes que no tendrían ni siquiera chances como Centeno de fantasear con la pelota pegadita al pie en la cancha pelada. Y por qué no también en ellos mismos. En no perder ese sitio en el que todas las tardes se toman un vermouth, mientras el tiempo corre mucho más lento que en las grandes ciudades. Esas vivencias son las que aúnan más los esfuerzos. Y las alegrías. Como ocurrió ayer, cuando nadie faltó para recibir a Aimar. El que cada vez que puede regresa desde Rosario para reencontrarse con los afectos. Como lo hacen todos los que de una u otra manera debieron emigrar. Por apego al terruño.


Notas relacionadas
Centeno, de la TV a una prueba en Real Madrid
Diario La Capital todos los derechos reservados