Año CXXXV
 Nº 49.645
Rosario,
lunes  28 de
octubre de 2002
Min 8º
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Reflexiones
Mi encuentro con Carlos Menem

Carlos A. Castellani (*)

El 5 de julio de 2002, visité a Carlos Menem, en la Rioja. Su sobrino Adrián me facilitó la entrevista. Quedé satisfecho y también triste. Lo primero porque en persona es un hombre humilde, carismático, afectuoso, conocedor de todos los temas.
Soy presidente de la Unión del Centro Democrático y diputado nacional. Apoyé su gestión presidencial, porque la política exterior fue claramente occidental, sin titubeos, como proponemos nosotros, y su política económica, entre otros logros, rescató la estabilidad, bien preciado por mi partido para la buena marcha de un país. También habló de "economía popular de mercado", nosotros siempre decimos -y figura en nuestros principios- "economía social de mercado". Se lo comenté, "es igual", me contestó. Hablamos del capitalismo, el mejor sistema para generar riqueza y la única forma conocida de elevar el nivel de vida de toda la sociedad. Condenó el terrorismo internacional, como nosotros.
Es liberal y me lo dijo, afirmando que es la salida para el país y la única forma de generar la confianza necesaria para volver a crecer, que es posible, con cosas simples, "sin intelectualismos", sinónimo de izquierda, que nunca propone, ni tiene un plan, siempre cuestiona, denuncia, critica, obstruye.
Por eso, a pesar de que hace sólo dos años que estoy en la Cámara de Diputados defendiendo los principios liberales, que son la libertad política y económica de una sociedad, no cuestiono a anteriores legisladores o autoridades, o a los funcionarios de mi partido, que de tener dos millones de votos y doce diputados nacionales (tercera fuerza), se redujo, precisamente por apoyar a Menem, quien tomó nuestro discurso. Es que quien tiene estas convicciones -las nuestras- y las lleva adelante, aunque no sea de nuestro partido, siempre contará con nuestro apoyo. Como me dijo el ingeniero Alsogaray en el año 1991: "Si no apoyamos a Menem, que quiere hacer lo que nosotros venimos sosteniendo hace treinta años, al país le irá peor". Estábamos en una tremenda crisis, con hiperinflación y había que hacerlo. Aunque como partido no era bueno, porque una fuerza política crece cuando es gobierno o es oposición. La Ucedé no fue ni una cosa ni la otra. Pero hicimos un servicio, noble. Muchos creen que no es así y que Argentina comenzó a hundirse en la década del 90. Lo discuto con cualquiera, falta ese debate profundo. También hubo en la Ucedé mezquindades, como en todos los partidos. Me gusta mirar hacia adelante, sin buscar ni asignar culpas. Prefiero gastar mis energías en buscar soluciones, no en acusar resentidamente.
Pero dije al principio que también quedé triste y es porque los argentinos no reconocemos que ese fue el mejor período de nuestra historia, por lo menos de lo que yo conozco. Al contrario, muchos creen que fue la causa de nuestros males actuales.
Cuando la Alianza ganó no tenía ningún plan, ni ideas firmes de una dirección a seguir. Los discursos populistas y demagógicos, siempre nocivos, volvieron al centro de la escena y hoy también prevalecen.
La devaluación volvió a llevarnos a un camino que ya habíamos recorrido y que nos empobreció como país y que nos pone como mal ejemplo en el mundo entero, al revés de la década del 90, que se nos reconocía al ritmo que crecíamos.
Hasta se favorece la delincuencia, en lugar de defender a la institución policial y se puede escuchar impunemente cómo un ideólogo de los piqueteros -por televisión- dice que su objetivo es tomar el poder por la fuerza, sin importar la democracia.
Mi gran preocupación es que si erramos el diagnóstico, es decir la causa de nuestros males, los remedios no serán los adecuados y Argentina seguirá cayendo, porque un cuerpo enfermo que no es bien tratado, empeora. Necesitamos un presidente con ideas claras, con liderazgo político, que le diga de antemano a su pueblo lo que va a hacer y después cumplirlo. Que triunfe, que tenga éxito, haciendo las cosas simples y buenas, sin culpar a otros, como solemos hacerlo. Porque teniendo un país mejor y en marcha, como debe ser, los beneficios no solo serán para lo que más tienen, sino también para los humildes, los trabajadores. La estabilidad es mejor para todos.
En la provincia de Santa Fe, hemos apoyado reiteradamente al actual gobernador Carlos Reutemann. Siempre dice: "Yo no gasto más de lo que gano y lo aplico en mi gobierno", y esto es saludable, necesitamos ponerlo en práctica a nivel nacional, en la administración pública, que deberá ser de aquí en adelante, para bien de todos, prolija y ordenada.
Coincidimos con Carlos Menem: la situación de Argentina es grave, se destruyó en poco tiempo todo lo bueno que se había hecho. Estamos mal y el descenso es abrupto. No sabemos cuál es el límite. Pero si hacemos bien las cosas y generamos confianza, el país se recuperará rápidamente.
Los argentinos estamos hambrientos de mejorar, de progresar. Si marchamos por el camino correcto, estaremos andando firmes hacia nuestro inexorable y gran futuro.

(*) Diputado de la Nación y presidente del comité Nacional de la Unión del Centro Democrático


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