Moscú. - Entre sonrisas y lágrimas, los familiares de los rehenes recibieron la noticia de la evacuación del teatro de Moscú, para luego volver a encontrarlos en el hospital, antes de que la muerte de más de 90 secuestrados fuese conocida. Cuando se informó sobre la liberación, los familiares se dirigieron rápidamente al pequeño edificio de un colegio técnico, transformado en centro de recepción. En este centro, los familiares obtenían finalmente dos números de teléfono para informarse hacia qué hospital se había dirigido su familiar, si es que estaba entre los 750 rehenes que sobrevivieron. Aquello alcanzó para iluminar una sonrisa en la cara maternal de Tatiana Lukachevaia. "Tengo una hija de 27 años, secuestrada con sus amigos", declaró antes de confesar que su hija Macha la había llamado por teléfono. "Ella tuvo justo el tiempo para decirme mamá te quiero". Para algunos, la espera se traducía en sus rostros tensos y los ojos llenos de lágrimas derramadas o contenidas. La etapa siguiente prolongaba la espera. Frente al hospital número 13, parientes y amigos aguardaban bajo una lluvia de agua nieve detrás de los retenes policiales. Tras el llamado a su nombre, estos estaban autorizados a ingresar para recuperar a un pariente secuestrado. El ritmo de salida se espació, antes de que un médico anunciara que el resto de los secuestrados quedarían internados. "Quiero darle un beso a mi hija Macha, y dormir un poco", aseguró Liudmila. La madre consiguió comunicarse por teléfono con los vecinos de la habitación de su hija. "Ella vomitó mucho a causa del gas y ahora duerme", señaló. El centro del drama quedó aislado del mundo, detrás de los soldados del ministerio del Interior ruso. (AFP)
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