Un asesino furioso porque no se lo tomaba en serio, la llamada a un cura y una huella digital dejada por su cómplice en un crimen perpetrado en la otra punta del país permitieron capturar al presunto autor de diez asesinatos cometidos en la zona de Washington. Se presentaba como el asesino y aconsejaba a los investigadores que se dieran una vuelta por "Montgomery". Pero los agentes lo relacionaron con el condado del mismo nombre. Frustrado por no haber sido comprendido, uno de los presuntos autores de la matanza llamaba a un pastor de la pequeña ciudad de Ashland, en Virginia, teniendo especial cuidado esta vez en precisar: "Montgomery, Alabama". Los policías de Alabama suministraron entonces al FBI uno de los pocos indicios de un extraño tiroteo: una huella digital encontrada en una revista de armas de fuego encontrada cerca de las víctimas.
| |