Minutos después de conocerse el nuevo asesinato, los conductores de camionetas blancas -un tipo de vehículo que los testigos señalaron como sospechosos- comenzaron a detenerse y salieron de sus vehículos con las manos sobre la cabeza en la zona de Washington. Algunos fueron arrojados al suelo y esposados en la espalda por policías amenazantes que les apuntaban con sus armas mientras seguían sobrevolando helicópteros que buscaban cualquier indicio sobre el francotirador. Expertos en balística trabajaron para medir el ángulo de tiro a partir del impacto de la bala y encontrar así el único casquillo que permita determinar el origen del disparo.
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