La Cámara Penal de Rosario confirmó la condena a un año de prisión de cumplimiento efectivo contra un conductor desaprensivo y temerario que embistió a un joven motociclista, huyó sin auxiliarlo e intentó por todos los medios que no lo descubrieran. La víctima, que tenía 19 años, murió 17 días después del hecho.
El fallo cierra la investigación penal de un caso que conmocionó a la opinión pública por la actitud de Gerónimo Bonavera, el padre de la víctima, quien durante semanas se instaló en la esquina de la tragedia para buscar datos que sirvieran para identificar al homicida.
Su actitud dio resultados: después de un mes de búsqueda el conductor fue arrestado en la ciudad cordobesa de Marcos Juárez y acusado por la muerte de Damián Silvio Bonavera. El juez Héctor Núñez Cartelle lo condenó en noviembre de 2000 y ahora la Sala I de la Cámara Penal ratificó la sentencia. Hasta anoche este hombre, sobre el que pesa un pedido de captura, no había sido localizado.
El tribunal es el mismo que la semana pasada condenó a un año de prisión nocturna a otro conductor homicida que en septiembre de 1997 atropelló y mató a una pareja en la avenida de Circunvalación de Rosario. Como en el caso de Bonavera, aquel conductor también huyó sin prestar auxilio a las víctimas y luego intentó borrar las pruebas que lo incriminarían.
El nuevo fallo condena a Ricardo Alberto Mateucci, de 50 años. Pero esta vez no fue un fallo unánime ya que uno de los tres miembros del tribunal se pronunció por darle una pena en suspenso.
El viernes, al firmar la sentencia, los camaristas Alberto Bernardini, Ernesto Pangia y Eduardo Sorrentino pidieron la captura de Mateucci. Los jueces intentaron evitar así lo que ocurrió con Sebastián Pira, el joven que mató a dos chicas en la esquina de Salta y Oroño en marzo de 1997. A Pira lo citaron para notificarle una resolución que disponía su detención y jamás se presentó. Hoy, cinco años después de la tragedia que desencadenó, todavía lo están buscando.
La orden de detención de Mateucci fue notificada el viernes por la Unidad Regional II a la policía de Marcos Juárez, pero hasta ayer a la tarde el tribunal no tenía noticias ciertas sobre su paradero.
El hecho por el que fue condenado ocurrió el 17 de mayo de 1996. Ese día, un rato antes de las 9 de la noche, Damián Silvio Bonavera besó a su mamá, se subió a su moto y partió hacia el estudio contable de su padre, donde pensaba dar el repaso final para un examen que daría al día siguiente en la Facultad de Ciencias Económicas. Iba por la calle Mendoza cuando un Ford Galaxy lo embistió en la esquina con Rodríguez. El conductor del auto se detuvo por unos instantes y cuando percibió que había ocurrido algo grave aceleró y desapareció de la escena.
Impulso y búsqueda
Gerónimo Bonavera se enteró esa misma noche. Supo también que varias personas vieron cómo el Galaxy pasaba la bocacalle sin detenerse, sin respetar el derecho de paso de los vehículos que circulaban con Mendoza y sin auxiliar a Damián cuando su conducta criminal ya había provocado la tragedia. Pero comprendió, además, que había una sola manera de identificarlo: tenía que buscar personalmente a los testigos y aportar cualquier pista a la policía.
Así habilitó un contestador automático para que la gente aportara datos y durante semanas se instaló en la esquina de Mendoza y Rodríguez, donde exigió públicamente a los testigos que contaran lo que vieron. Estaba convencido de que era la única forma de encontrar al responsable. No se equivocó y probablemente si no hubiera hecho lo que hizo Mateucci jamás hubiera sido descubierto.
Primero encontraron el auto, que Mateucci hizo reparar en la ciudad de Córdoba para que no lo descubrieran. Después lo ubicaron a él, que vivía - aún vive- en Marcos Juárez. Para entonces ya estaba completamente claro que hizo todo lo posible para evitar que lo identificaran, y esta conducta resulta clave para entender la pena que le dieron: mientras que la mayor parte de los homicidios en accidentes de tránsito se sancionan con penas en suspenso, en este caso deberá cumplirla por la actitud que tuvo después del hecho.
Es lo que dijeron los camaristas Pangia y Sorrentino en el fallo. Bernardini, en cambio, consideró que como no tenía antecedentes debían aplicarle un año de prisión en suspenso Mateucci deberá indemnizar además a la familia Bonavera y pagar los gastos del juicio. Si tiene buena conducta, podrá salir en libertad al cumplir ocho meses en prisión.