Medellín (Colombia). - Desde las comunas o barriadas, Medellín se aprecia como una ciudad rendida a los pies de la miseria. Por las calles empinadas, como escaleras al cielo, suben y bajan los adolescentes que a diario arrastra la naciente guerra urbana. En la periferia de Medellín, y en especial en la Comuna 13, decenas de muchachos -la mayoría desempleados y venidos de otras zonas- patrullan los barrios que antaño colonizó la guerrilla, en los que luego invirtió el narcotráfico y que ahora intenta recuperar por la fuerza el Estado. "Estos son barrios que nunca han tenido infraestructura. En la década de los setenta, muchas de esas zonas fueron creadas por los grupos insurgentes, que trajeron campesinos para darles instrucción política", señala uno de los principales líderes comunitarios de la Comuna 13, quien habló con dpa bajo condición de anonimato.
Para el dirigente social, la historia de las comunas en Medellín -escenario desde el miércoles de una gigantesca operación antiguerrillera- siempre ha sido "de miseria y represión", que con el paso de los años también se fue convirtiendo en la huella de un Estado inoperante. "Siempre han sido barrios subnormales, con problemas de educación, transporte y vivienda", sostiene.
Sin embargo, para el gobierno la crisis social que envuelve a las zonas periféricas es consecuencia, y no causa, de la violencia. Por ello, lanzó la operación Orión, mediante la cual intenta retomar, a partir de una gran ocupación, el control de esas zonas.
Disputa armada por la zona
En la Comuna 13, compuesta por 20 barrios y donde en los últimos dos días se han reportado unos 14 muertos, habitan cerca de 126.000 personas, que desde hace unos cuatro años soportan la guerra a muerte que libran las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los paramilitares de ultraderecha por el dominio de la zona. En esa disputa han muerto este año 442 personas, incluidos varios civiles, según confirmó el secretario del Interior de Medellín, Jorge Sánchez. Según el dirigente comunitario, hubo un tiempo en que la Comuna 13 sólo fue un territorio de desplazados, donde la pobreza se alternaba con la represión que ejercían los grupos insurgentes.
No obstante, a mediados de los ochenta ese panorama cambió radicalmente. El ingreso del narcotráfico dejó al descubierto la endeble estructura social que sostenía a los barrios marginales de Medellín, la segunda ciudad de Colombia con unos dos millones de habitantes. "El narcotráfico llega a las Comunas con la propuesta de (el extinto capo del cartel cocainero de Medellín) Pablo Escobar de organizar a los muchachos que entonces se defendían de las milicias (guerrilla); los patrocina con armas y los divide en «oficinas»; los pone a trabajar para el narcotráfico, dándoles plata y droga", recuerda el líder social. Según ese testimonio, las «oficinas» (organizaciones al servicio de la mafia) iniciaron una batalla con las milicias urbanas por el dominio de los barrios. Esa disputa bañó en sangre la hasta entonces precaria vida de sus habitantes.
Tras la muerte de Escobar, el 2 de diciembre de 1993, los jóvenes que financió el narcotráfico se reagruparon en bandas delincuenciales o en grupos de asesinos a sueldo, que bajaron desde las montañas para sembrar el terror en el propio corazón de Medellín. "Después de eso llegó el fenómeno del paramilitarismo y se volvió entonces a escuchar la propuesta de otras épocas: incorporarse a la guerra", añade el dirigente, quien atribuye a ello la creciente ola de violencia que sacude a la Comuna 13.
Pero para él, la situación de guerra que se vive en los barrios populares no sólo obedece al traslado del conflicto a los centros urbanos, sino también a la falta de inversión estatal, que se refleja en los dramáticos índices de desempleo, el cual afecta al 88% de los habitantes de la Comuna 13, según investigadores sociales. "Durante mucho tiempo, la presencia del Estado se ha limitado a la represión, a lo que se suma la actitud manipuladora de los grupos políticos que detentan el poder económico en estas zonas".
De ahí que la población que habita las zonas marginales de Medellín tema que, con la entrada del ejército, se termine por agravar su situación y, de paso, sus problemas vuelvan a convertirse en "banderín político", añade. (DPA)