La zona de joyerías del microcentro fue escenario, en menos de dos años, de episodios delictivos resonantes. El 18 de enero de 2001 Enrique Ariosti, dueño de Tiffany, en Mendoza 1086, salió a la calle y repelió a tiros un asalto a su comercio con una carabina, hiriendo en la acción a dos peatones ajenos al hecho. Su temeraria acción fue desenlace, según contaban sus vecinos, de una serie de robos sufridos allí mismo. Veinte días después, el 7 de febrero de aquel año, dos delincuentes ingresaron a robar en la joyería Fénix, de Maipú 970. Allí asesinaron de un tiro a Sergio Moliné, uno de sus propietarios, crimen que permanece sin aclarar. Como una jugada tétrica del destino, exactamente un año después una pareja entró a robar al mismo lugar. Tenían un arma que Enrique Moliné, hermano de la víctima fatal, consiguió arrebatarles, para obligarlos a escapar.
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