Año CXXXV
 Nº 49.635
Rosario,
viernes  18 de
octubre de 2002
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Una noche para romper las barreras de la crisis con pura energía rockera
Los Red Hot Chili Peppers convocaron a 60 mil personas en River
Cuando entró en calor, el grupo demostró que resulta imposible no dejarse arrastrar por su carga de adrenalina

Carolina Taffoni / Escenario

Todos a River, esa parecía ser la consigna. Nadie quiso perderse el recital de rock internacional del año. En medio de la malaria, los Red Hot Chili Peppers rompieron la barrera de la devaluación (se dice que desafiaron a los propios organizadores de su gira) y quisieron actuar en la Argentina (se comenta que hasta bajaron su cachet de 350 mil dólares a 150 mil). No vendrán ni los Rolling Stones ni Paul McCartney (¡hay que sufrir viéndolos tocar en México!), pero los Red Hot se las arreglaron para saciar las ansias rockeras argentas. Las 60 mil personas que los fueron a ver, agradecidas.
El dilema (nada es perfecto) es qué iba a ofrecer el grupo que ya se había presentado tres veces en el país, sin que su escena resultara previsible, o, en el peor de los casos, aburrida. Los Red Hot ya habían llenado Obras (en el 93, días de locura y excesos), el Luna Park (en el 99, época de regreso triunfal y "limpio" con "Californication") y convocaron a 35 mil personas en Vélez (el año pasado, confirmando su romance con los argentinos). Para colmo, el último disco de la banda, "By The Way", está repleto de temas mid tempo, de esos que no encienden la mecha en vivo.
Anthony Kiedis y compañía no se hicieron demasiado problema por el asunto. La lista de temas no incluyó lo que se dice sorpresas. Fue una mezcla de canciones de "By The Way", "Californication" y "Blood Sugar Sex Magik", tal vez el álbum más clásico de la banda. El que fue a buscar hits los tuvo, el que quería temas viejos se quedó con las ganas, pero fue imposible no dejarse arrastrar por la adrenalina del grupo.
La puesta era sencilla (tres pantallas de video, una horizontal al fondo del escenario). El grupo salió con 50 minutos de retraso (todavía seguía ingresando gente al estadio) y atacó de entrada con los hits "By The Way" y "Scar Tissue". Pero los Red Hot funcionan a combustión, y les cuesta entrar en calor. Esos temas no sonaron como se suponía que tenían que sonar. La primera explosión vino con "Around The World". Si bien la voz de Kiedis no se escuchaba con claridad, igual la gente estalló con el riff de John Frusciante. El problema podía ser el ámbito. Si en el Luna esta canción te volaba la peluca, en River apenas te hacía cosquillas.
Kiedis baila, tontea, no para, tiene una energía inagotable. Flea salta, habla, gesticula, y al mismo tiempo es la base del grupo. Chad Smith le da a la batería al fondo, imperturbable. Y Frusciante maneja los climas, que van del control a la calentura y el caos.
"Universally Speaking", la canción más Beach Boys del nuevo disco, no sonó como en el álbum, pero el robo a las huestes de Brian Wilson se notó lo mismo. Con "Suck My Kiss", de "Blood Sugar Sex Magik", la maquinaria de la banda empezó a funcionar a pleno. El tema sonó poderoso, demoledor. Rock, funk, rap, palo y a la bolsa. Esa es la arena de los Red Hot, donde mejor se mueven. De ahí en más fueron imparables: la explosiva "Parallel Universe", la machacosa "Don't Forget Me" y la energética "Right On Time".
Después bajaron los decibeles con la balada "I Could Have Lied" y retomaron el nervio funky con "Can't Stop". Los Peppers saben manejar muy bien los tiempos de un show. Faltaban hits y vinieron: "Californication", con imágenes psicodélicas en la pantalla de video, y un remate con "Give It Away", quemando todos los petardos. En el medio, una gran versión de "Venice Queen", el tema que cierra "By The Way".
Para los bises eligieron una de cal y otra de arena. "Under The Bridge" invitó por cuarta vez a la ceremonia de los encendedores, y en el otro extremo le hicieron honor a "Search and Destroy", el himno incendiario de los Stooges (el antiguo grupo punk de Iggy Pop), en una versión larga, zapada y explosiva, que la gente pareció no entender bien de qué iba. El grupo lo sabía, claro, ahí está su esencia, aunque no suene ni en la MTV ni en la radio.



Kiedis baila, salta, rapea y tampoco se olvida de cantar.
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