Año CXXXV
 Nº 49.634
Rosario,
jueves  17 de
octubre de 2002
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Opinión: Idea absurda

Jorge Levit / La Capital

En la Argentina de la crisis, la peor de su historia moderna, hay lugar para toda clase de proyectos insólitos que muestran claramente por qué este país tocó fondo. Con la mitad de la población en la pobreza, con millones de personas bajo un régimen subsidiado de 150 pesos mensuales y una desocupación altísima, al ministro de Defensa de la Nación, Horacio Jaunarena, se le ocurre plantear la necesidad de que los jóvenes de 18 años cumplan con una especie de "servicio social" obligatorio que suena a una reedición más aggiornada del antiguo servicio militar derogado en 1995 tras el crimen de un conscripto.
Con este nuevo modelo se incorporarían miles y miles de jóvenes a un servicio activo dedicado a tareas comunitarias bajo la órbita de las Fuerzas Armadas. Es decir, los cuarteles volverían a llenarse de trabajo improductivo y ocioso. Y como siempre se sostiene con mucha razón el ocio es la madre de todos los vicios.
¿Para qué se necesita a chicos de 18 años limpiando cuarteles, pintando barcos, reparando pistas de aviación o en tareas comunitarias si el país cuenta con un ejército de desocupados que recibe un subsidio sin ninguna contraprestación? Los jóvenes de 18 años tienen que estudiar, trabajar o estar vinculados a algún proyecto productivo y no a rígidas estructuras castrenses.
En lo que va de este siglo las Fuerzas Armadas han tenido un papel controvertido en la historia institucional del país. Desde 1930 han derrocado gobiernos civiles sin más trámite y su último paso por la Casa Rosada generó una de las tragedias más terribles de la Argentina.
Lo que realmente deberían proponer algunos funcionarios confundidos como Jaunarena es precisamente lo contrario: achicar el rol de las Fuerzas Armadas bajo la constitución de un ejército pequeño, profesional, absolutamente democrático y destinar tierras y otros inmuebles de las grandes unidades de batalla para trabajo productivo. ¿Para qué sirve, por ejemplo, tener un gran cuerpo de ejército en plena Buenos Aires? Durante las décadas pasadas desde allí se marchaba para tomar la Casa Rosada, pero hoy las cosas han cambiado y los propios militares han aprendido la lección de que su actividad en tiempo de paz se desarrolla cuarteles adentro.
La función de las Fuerzas Armadas, con una pequeña estructura, debería estar orientada al trabajo comunitario, pero con sus propias fuerzas y no con desprevenidos chicos de 18 años que no podrían aportar más que confusión dentro de unidades de batalla donde todavía se lucha -a través de la educación democrática y con una nueva generación de oficiales- para desterrar años de autoritarismo que tanto daño le hicieron al país.
También en tiempos de crisis afloran pensamientos retrógrados. La Argentina tocó fondo pero al menos la gente comprendió que volver al pasado es inviable. Por eso, un proyecto de "servicio social" obligatorio parece más sacado de las cavernas que de una estrategia global inteligente y pluralista que hoy más que nunca necesita este país.


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