Para los docentes es una posibilidad de "pensar el pensamiento", para los alumnos "hacer valer sus opiniones y decir libremente lo que piensan" y a los padres les "complica" la vida porque sus hijos empiezan a "pedir razones cuando se les dice que no". Esta son algunas de las conclusiones a las que se llegan cuando se habla de hacer filosofía con niños y jóvenes, y que mencionan quienes organizan y llevan adelante en el Colegio Español de Rosario, desde 1997, un programa que pretende convertir a los alumnos, desde muy temprano, en protagonistas de la construcción del pensamiento filosófico. El programa de Filosofía para Niños fue ideado por Matthew Lipman en 1969, cuando pensó en llevar la filosofía a la escuela y escribió la novela "El descubrimiento de Ari Stóteles". Luego se sumaron a esta propuesta 8 novelas concebidas por edades y áreas de la filosofía. Justamente la novela tuvo su entrada en la Argentina en 1993, de la mano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Cuatro años más tarde, el Colegio Español de Rosario la tomaría con la creación de un Centro de Filosofía para Niños. Según recuerdan las responsables de este centro, María Alicia Cappelli, Nora Castiglioni y Alicia Rodríguez, la propuesta pasó por distintas etapas hasta conformarse como parte de la estructura curricular de la escuela. Para las coordinadoras de este programa, el mismo cobra sentido en tanto entienden "que los niños y jóvenes deben construir sus propios sistemas conceptuales y de valores, para poder vivir y convivir". Según consideran, "la reflexión filosófica será decisiva para clarificar el sentido de los supuestos, creencias, criterios, que se proponen como guías para la vida personal y comunitaria". Este año el colegio se volcó a evaluar lo realizado años anteriores, en tanto que proyecta para el ciclo 2003 poner en marcha este programa desde los ciclos escolares más pequeños. También dicta cursos para docentes. Cuando protagonizaron las primeras experiencias de hacer filosofía en la escuela tenían entre 10 y 11 años. Ahora rondan los 15, cursan el 9º año de la EGB en el Colegio Parque de España y se reúnen para evaluar junto a sus ex-docentes de filosofía la experiencia.Cintia describe la metodología usada para estas clases: "Planteábamos una situación, surgían ideas, se anotaban en una agenda de debate y de ahí aparecían las conclusiones". Claro, que advierte, "que siempre quedaban temas para seguir discutiendo". Para Victoria, lo mejor era cuando se creaban recursos que apostaran a una mejor convivencia. "Por ejemplo, -cuenta la alumna- usábamos la sigla Daup, que quería decir: De A Uno Por favor". La mayoría coincide en rescatar la experiencia como un espacio donde se aprendía a valorar la libertad, "también para integrarse y resolver problemas", como dice Francina. Para Mariano, lo mejor de esas discusiones era que "no siempre se llegaba a una conclusión y cuando se llegaba no todos estábamos de acuerdo". Toda una manera de anticipar al conocimiento como una construcción permanente y no como una suma de verdades absolutas. Según Nadia, el espacio era importante "para poder opinar", en tanto que para Andrea, la filosofía significaba la posibilidad de "poder prevenir problemas antes de que surjan". Algo parecido opinaron Pablo, Ornella y Leonora, cuando aseguraron que se trataba de "opinar sin miedo a la equivocación".
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