Año CXXXV
 Nº 49.628
Rosario,
domingo  13 de
octubre de 2002
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Walter Operto cubrió el hecho para la revista Así y logró escapar en avioneta
El rosarino que tuvo en Bolivia la primicia del asesinato del Che
Los soldados que detuvieron a Guevara le aseguraron que lo apresaron con vida. Luego fue fusilado


El periodista rosarino Walter Operto tuvo la primicia mundial de que el Che Guevara había sido fusilado por los soldados y que no había muerto en combate como informó el ejército boliviano.
El Che fue capturado herido en una rodilla el 8 de octubre de 1967 y fusilado en Vallegrande al día siguiente. Sin embargo, el ejército difundió la versión que había caído en un enfrentamiento entre la columna de insurgentes y las fuerzas regulares bolivianas. Fueron horas donde la historia se contó con engaños. Después, cuando el cadáver del guerrillero nacido en Rosario fue exhibido en aquel pueblo perdido entre la selva, comenzó a develarse la verdad. Operto, y la fuerza de los propios hechos, los testigos y la leyenda del Che, fueron los artífices de que saliera a la luz.
Ese viaje a Bolivia resultó una de las experiencias más trascendentes de la vida de Operto: "Fui enviado por Así, una revista que editaba un millón de ejemplares en tres ediciones semanales y que era la única que los canillitas llevaban bajo el brazo. Era de Héctor Ricardo García, que ahora es dueño de Crónica. Recuerdo que me mandó el director, Marcos de la Fuente, un periodista nacido en Alcorta, porque en ese momento se estaba dando en Bolivia la primera experiencia foquista guerrillera campesina después de la Revolución Cubana. Nosotros, por entonces, viajábamos mucho porque la empresa tenía un avión Cessna. Cuando me enviaron no se sabía que el Che estaba en Bolivia. Era un misterio dónde se encontraba, algunos decían que en Africa, inclusive había quienes pensaban que estaba muerto".
Cuando estaba en Santa Cruz de la Sierra, se enteró -el 8 de octubre- de la captura del Che y al otro día viajó inmediatamente a Vallegrande. "Si bien el 8 se conmemora el aniversario de la muerte -advierte-, creo que es una fecha equívoca, porque ese día lo capturaron, pero lo mataron después", y sigue con su relato: "En la mañana del 8 se produce un enfrentamiento a tiros entre esa columna guerrillera que venía siendo perseguida por unos 50 soldados bolivianos dirigidos por el capitán Gary Prado. Tras un enfrentamiento de más de 4 horas, el Che es herido en una rodilla. Fue en ese momento que se da a conocer. «Soy el Che, no me maten, para ustedes valgo más vivo que muerto», dijo, y se entregó. Entonces lo trasladaron a pie a la escuelita de La Higuera, que quedaba a unos tres kilómetros. En el trayecto lo ven muchos campesinos y soldados, llevado detenido, rengueando".
Según recuerda, hubo entonces dos informaciones oficiales, la primera diciendo que había sido detenido el Che y seis horas después anunciando su muerte por las heridas sufridas en combate. "Eso -explica- lo escuché por radio. La cuestión es que al otro día un helicóptero llevó el cadáver del Che a Vallegrande y ahí fuimos. Lo exhibieron durante unas cinco horas en el hospital Señor de Malta, donde tres fotógrafos tomaron las primeras imágenes. Uno era Hugo Lazaridis, de la revista, otro el que acompañaba las acciones del Ejército y un tercero del mismo pueblo, quien ese mismo día sacó copias y las puso inmediatamente a la venta".
Ese mediodía, el periodista entrevistó al jefe máximo del Ejército boliviano, Andrés Selich, quien le relató que campesinos habían denunciado al Che y le dio detalles sobre la operación, pero ante la consulta de si podía entrevistar a algún soldado que había participado del enfrentamiento, le mintió diciéndole que no había ninguno en Vallegrande.
"Yo le creí -confiesa-, así que después me fui a hacerle una nota al médico Caso, quien le hizo la autopsia, y él me contó que el Che había recibido por lo menos ocho impactos de bala, la mayoría en las piernas, uno en la ingle, uno en el hombro y otro en el corazón. Entonces, le pregunté si este último era mortal y me dijo que sí, que en este caso la muerte es instantánea, lo que era contradictorio con el informe oficial. Fue él quien además me dio el dato de que había soldados internados en el hospital y decidimos ir. Ahí se sumó Hugo Chousiño, un camarógrafo argentino que era corresponsal de una cadena de televisión norteamericana.

Entraron de prepo
Estuvimos de acuerdo en no pedir permiso, teniendo en cuenta que ante la actitud del blanco, tanto los mestizos como los indígenas dejaban hacer. Así que avanzamos decididamente hacia el ingreso y la guardia se abrió para dejarnos pasar. Entonces entramos a una sala donde había unos quince soldados en sus camas y comencé a preguntarle a uno: «¿Estuviste peleando con el Che?», «Sí, señor.», «¿Lo viste vivo o muerto?», «Vivo, señor», «¿Quién más vio al Che vivo?», y todos contestaban «Yo, señor». Eso lo filmó todo Chousiño para la tevé norteamericana. Pero en ese momento ya empezamos a escuchar que alguien hablaba de llamar a la guardia así que le dijimos al piloto, Miguel Fitzgerald, que pusiera en marcha el motor del Cessna por si teníamos que escapar. Y así fue, el avión estaba a tres cuadras en una canchita de fútbol, así que corrimos, nos subimos y huimos. Desde el aire vimos cuando llegaban dos jeep del Ejército, como en las películas, pero no nos tiraron".
Operto era consciente de que no lo iban a dejar sacar ese material de Bolivia. Desde Vallegrande voló a Jujuy y de allí a Buenos Aires, donde escribió la nota con los testimonios y las fotos. La noche del 9 de octubre, el gobierno boliviano siguió con la mentira y aseguró que él y sus compañeros eran periodistas pagos por la guerrilla, pero horas después las imágenes filmadas en el hospital recorrieron todo el mundo. El Che había sido asesinado.



Operto viajó a Bolivia para cubrir la acción de la guerrilla. (Foto: Silvina Salinas)
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