Vélez y San Lorenzo igualaron anoche 3-3 en un partido abundante en emociones y jugadas polémicas, pero cuyo marcador final resultó insuficiente por la necesidad de ambos equipos.
En la primera parte, Valdemarín marcó los dos tantos de la ventaja parcial para el equipo local, mientras que Chatruc y Rodrigo Astudillo, en el arranque del complemento, equilibraron el marcador. En tanto, el defensor Maximiliano Pellegrino, a los 11' del segundo tiempo, puso a Vélez nuevamente arriba, pero apareció otra vez Astudillo, dos minutos más tarde, para cerrar el resultado.
El equipo de Insua ingresó mejor al campo, con un Romagnoli movedizo que nunca halló un socio para jugar y terminó neutralizado por la línea de volantes locales.
Hasta el primer cuarto de hora San Lorenzo dominó con claridad y estuvo cerca de abrir el marcador con una jugada individual del Pipi, pero Vélez rápidamente equilibró el juego, absorbiendo a los jugadores rivales más peligrosos (Romagnoli y Acosta).
La fórmula fue sencilla: Husaín incontenible por afuera y Valdemarín temible por adentro, quien insinuó peligro con dos cabezazos.
Y a los 36', el nuevo goleador velezano estableció la ventaja al ganarle la posición a los centrales azulgranas y a una errática salida de Saja. San Lorenzo, a esa altura sin brújula en la cancha, sintió el golpe y antes del descanso recibió la segunda bofetada del goleador, quien venció la resistencia del arquero en la puerta del área menor en el segundo intento de una misma jugada que también derivó de un servicio de Husaín.
El arranque del complemento fue increíble. Antes de los 15 minutos el marcador quedó igualado 3 a 3 con jugadas polémicas y la expulsión del arquero Sessa, furioso por la actuación del árbitro.
Vélez, que tenía el control del encuentro, pagó caro sus distracciones y sufrió el empate parcial tras las conquistas de Chatruc y Astudillo (en claro off side) a los 5 y 8 minutos.
Enseguida, Pellegrino recuperó la ventaja con un cabezazo pero nuevamente Astudillo aprovechó el descontrol defensivo de Vélez y estableció una igualdad.
Pese a la superioridad numérica y a su mejor condición anímica, la visita no supo aprovechar el resto del partido para quedarse con la victoria y terminó en una dependencia exclusiva de los destellos de Romagnoli y la voluntad de Acosta.
Vélez, fuera del partido por sus contínuas protestas —algunas lógicas—, tampoco ofreció variantes para torcer el rumbo de la historia y cerca del final, con el cansancio físico a cuestas, se conformó con el empate. (Télam)
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La Ciudad
