Año CXXXV
 Nº 49.628
Rosario,
domingo  13 de
octubre de 2002
Min 20º
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El cazador oculto: Verdades que hieren a la TV

Ricardo Luque / La Capital

Los verdaderos artistas no pueden evitar ser sensibles a los acontecimientos que se suceden en los tiempos que les toca vivir. Y, quién lo duda, Peter Gabriel es un artista. Lo demostró allá lejos y hace tiempo cuando con "Selling England By The Pound" trazó una pintura naif de las crueldades del imperio británico. Eran tiempos en los que los grupos ingleses tocaban rock sinfónico y cantaban tontas historias de hadas y duendes. Después se cansó del negocio del rock, abandonó Genesis, y se fue a vivir al campo. De pronto, cuando nadie lo esperaba, irrumpió con "Solsbury Hill", una oda neohippie que le mostraba los dientes a las crueldades de la economía de mercado. Y eso no fue todo, su música experimentó un cambio, sobre todo en las bases rítmicas, que vislumbraba la world music. Un fenómeno que, en el mundo de la política, se llamó globalización. Y como buen viejo zorro el hombre perdió el pelo pero no las mañas. O mejor dicho, el talento. Porque su último disco, titulado simplemente "Up", revela que su capacidad para captar las marcas culturales de su tiempo permanece intacta. Después de diez años de terco silencio, volvió a los primeros planos de la escena musical con un tema, "The Barry Williams Show", que pone en blanco sobre negro las crueldades de la televisión. La letra del primer corte del álbum, tanto como las imágenes del videoclip dirigido por Sean Penn, giran en torno de uno de los géneros televisivos más descarnados de todos los tiempos: el reality show. La reacción del establishment televisivo no se hizo esperar y censuró, por el fuerte contenido de algunas de sus escenas, el videoclip en horario diurno en varias cadenas de televisión británicas. En realidad, lo que no le gustó fue que un outsider del sistema se atreviera a criticarlos y que, para colmo, lo hiciera con inteligencia y sensibilidad. No se bancaron que un músico, por más estrella de rock que sea, se atreviera a gritarles en la cara que la televisión es "disfuncional" y que la exhibición de emociones que hacen los reality shows no hacen más que hundir al público en sus propias miserias. Se ve que la verdad, también en la pequeña pantalla, duele.


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