Brasilia. - Lula no sólo tiene problemas con los mercados, sino también, en el otro extremo ideológico, con el ala izquierda de su partido, el PT. Según el diario O Estado de Sao Paolo, el sector más radicalizado del PT logró 26 de los 91 diputados y 3 sobre 14 senadores que logró el partido. Y prometen pelea en el frente interno, ante todo, en lo que refiere al preacuerdo con el FMI sobre el superávit fiscal. Pero los "radicales" del PT no son un grupo homogéneo, y a este punto débil juega sus fichas la dirigencia de Lula. Si estuviese unido, este grupo tendría una bancada equiparable a la del aliado de Lula, el PL, y superior a la del PPS (Ciro Gomes). Lula buscaría anular a este grupo díscolo ofreciéndole cargos en el Ejecutivo o en el Congreso. Integrar a los "radicales" en el gobierno es el mejor modo para anularlos, sostienen en el PT, contra la creencia de los mercados que verían esa presencia como una señal alarmante. Una de las facciones radicalizadas pero "tratables" del PT es Democracia Socialista, que lidera el coordinador de campaña de Lula, Joaquim Soriano. Cuenta con una senadora y 11 diputados. Otro grupo es Articulación de Izquierda, cuyo vocero afirma que "los movimientos sociales darán un tiempo a Lula", al inicio de su gestión. Pero las corrientes más extremistas prometen presionar a Lula desde el principio de su gobierno: es el caso de Bloque de Izquierda, que reúne a 7 diputados. "La izquierda va a tener que luchar para que Lula no se someta a los acuerdos con el FMI y aumente el salario mínimo", afirma uno de ellos, que pide además un "shock de inversión pública" en lugar de pagar la deuda.
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