El oficial que parece más joven señalaba el mostrador de la guardia de la seccional. "Subite acá, bailá para nosotros". Ella asegura que se moría de vergüenza y que no quería levantar la cabeza del piso. Había algunos policías que contemplaban la escena, por lo menos, sin decir nada. Luego varios de ellos la oirían llorar e irrumpir en quejidos. Lo que permitió por primera vez el reconocimiento de ayer, y la declaración ampliatoria de la víctima, fue empezar a anudar cada conducta con su protagonista. El que desde la autoridad de su uniforme le ordenaba danzar en el despacho de atención al público de la comisaría de barrio Martin era, aseguró la chica tras el reconocimiento, el oficial Juan Manuel Morales. El hombre gordo que tomaba mate sin intervenir, dijo ella, era el sargento Puchot. Quien cacheteó a su amigo preso era el agente Diego Juárez. En un relato luminoso y de copiosos pormenores, la adolescente dijo cosas que no había expresado antes. Algunas, señalaron sus abogadas, por pudor. Así, por ejemplo, contó que el primer episodio de agresión sexual en la comisaría fue antes de que se retirara la única empleada policial. Contó que Morales la llevó hasta la puerta del baño y le exigió que le practicara sexo oral. Ella se escabulló y regresó llorando a la sala donde estaban, asegura, la mujer policía y, supo ayer, el sargento Puchot. También comentó que mientras esperaba a su amigo mascaba un chicle. Y que Morales le dijo un par de veces: "Sacate ese chicle o te voy a romper la boca". Explicó que fueron Morales y Canelo quienes le exigieron que se comunicara con la madre de su amigo para pedirle 200 pesos a fin de liberarlo. Cuando ella colgó dijo en voz alta que la mujer había dicho "que no tenía plata ni para el remís". Ni bien lo hizo notó que los hombres le hacían gestos muy expresivos cuyo propósito, interpretó la víctima, era evitar que al menos la compañera de ellos se enterara de que habían pedido una coima. Al ver ayer al agente Juárez y al cabo Ernesto Serigantini, la chica distinguió a quienes mejor la habían tratado. Sostuvo que el segundo fue especialmente respetuoso y amable. "Una chica tan linda como vos y nosotros no tenemos novia. ¿Qué hacés con ese otro tan feo?", le decían en referencia a su amigo detenido, con un tono en el que la chica percibió el mínimo brillo de calidez de esa noche. De ellos dijo, sin dudar, que eran quienes se habían ido custodiando a un preso en un traslado antes de que la violaran. Contó que a su amigo, que se llama Ezequiel, los policías lo habían reconocido por otras entradas a la seccional. Por lo que Ezequiel les aseguró que se referían a su hermano. Fue entonces que le preguntaron a la chica sobre el supuesto mellizo de Ezequiel a quien la adolescente negó conocer. Entonces uno de ellos volvió al penal donde estaba el chico y lo empezó a golpear. El golpeador, dijo la chica, era el agente Juárez. Al salir del tribunal, las abogadas de la adolescente remarcaron que se proponen probar no solamente la violación denunciada sino todo el abanico de delitos presuntamente cometidos. "Se trata de buscar establecer qué grado de participación tuvo cada uno de los empleados policiales en cada uno de los ilícitos", subrayó Ana Oberlín.
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