Ana Fernández
Brasilia. - Los brasileños barrieron en las elecciones a buena parte de los caudillos tradicionales de la política dando paso a nuevas generaciones y formas de hacer política, encarnadas en buena parte por el Partido de los Trabajadores, que obtuvo un avance histórico. Muchos de los políticos formados al calor de la dictadura (1964-84) y en los primeros pasos de la democracia fueron humillados en las urnas. El ex presidente Fernando Collor de Melo (1990-92) que aspiraba a volver por la puerta grande a la política de su estado, Alagoas, perdió en la primera vuelta la gobernación frente al Ronaldo Lessa, del Partido Socialista Brasileño (PSB). Otro gran derrotado fue Paulo Maluf en San Pablo (PPB, derecha) que después de estar en los sondeos con más del 40% de las intenciones de voto para volver a ser gobernador perdió la elección -por primera vez desde 1990- en la primera vuelta. Le arrebató el puesto José Genoino del PT, que irá a ballottage con el actual titular Geraldo Alckmin. El «viejo zorro» de la política paulista, Orestes Quercia, que fue gobernador del estado, (PMDB, centro-derecha), tampoco obtuvo un escaño en el Senado. El ex gobernador de Río de Janeiro y de Río Grande do Sul, Leonel Brizola (PDT, izquierda populista), de 80 años, perdió en la elección a la Cámara alta. Unos pocos, en cambio, tuvieron éxito basados basados fundamentalmente en el poder omnipotente que ejercen en sus estados, cimentado en un férreo control de los medios de comunicación locales. Tal es el caso de Antonio Carlos Magalhaes o su rival político Jader Barbalho. A pesar de haber sido expulsados de la política nacional por corrupción han vuelto a ser reelegidos en sus feudos. La ex gobernadora de Maranhao, Roseana Sarney, después de ver frustradas sus aspiraciones de llegar a ser la primera mujer presidente de Brasil, optó por el Senado y ganó. Allí estará con su poderoso papá, el ex presidente José Sarney (1985-90), mientras que su hermano José estará en la Cámara. Los fracasos de la vieja guardia de la política brasileña en el Senado han sido abundantes. Ello le habrá permitido de paso una cura de «rejuvenecimiento» considerable teniendo en cuenta que la media de edad de los «jubilados» en las urnas se sitúan en torno de los 65-70 años. También integrará las estadísticas Bernardo Cabral (PFL), 70 años, que saltó a las páginas de las revistas del corazón por un romance con la entonces ministra de Hacienda de Collor, Zelia Cardoso, cuando era titular de Justicia. Otros que trataban de perpetuar la estirpe como el actual presidente del Partido del Frente Liberal (PFL, derecha), Jorge Bornhausen, tampoco tuvieron éxito. (AFP)
| |